El Pensar, el Sentir y el Querer durante las clases: ¡un ejercicio anímico!
Durante mucho tiempo, la comprensión acerca del ser humano ha sido tergiversada. Después del Concilio de Constantinopla, en 869, se inició la propagación de la idea de que el ser humano se constituía de apenas cuerpo y alma, cuyo resultando de esta concepción es la extinción del espíritu. Muchas confusiones aún ocurren, a causa de ese dogma tan difundido por el mundo occidental cristiano.
En el siglo XVIII, Schiller revisó tal estudio y dijo que el ser humano posee en sí mismo, una naturaleza animal, visiblemente constatada en sus instintos básicos. Schiller apuntó que también existen aspectos y ámbitos muy elevados en el ser humano, o sea, de naturaleza espiritual. Pero, lo que diferencia al ser humano de los animales y de los seres espirituales, es una tercera naturaleza bien peculiar: es lo que denominó “impulso lúdico”.
Este ámbito estaría situado entre la naturaleza animal y la naturaleza espiritual. Según Schiller, ese ámbito intermedio, sería esencialmente humano. De allí, provendrían la fantasía y la creatividad, origen de la inspiración, la acción artística, como así también, el jugar.
Vemos aquí una mirada de la comprensión humana trimembrada. Schiller, reconocía un ámbito animal, otro ámbito espiritual, pero también percibió que el ser humano poseía otro aspecto, conectado a los de naturaleza lúdica, artística, emocional y del sentir.
Rudolf Steiner tomó esas observaciones dentro de su composición sobre la cosmovisión antroposófica del ser humano. Criticando al concilio de Constantinopla, restableció el lugar del espíritu dentro de la constitución humana. Para él, el ser humano integral está constituido por cuerpo, alma y espíritu. Desde entonces, todas las líneas de estudio de la antroposofía, parten del entendimiento de que el ser humano, necesita desarrollarse por entero y en su triple grandeza: Querer, Sentir y Pensar.
La Antroposofía es una corriente filosófico-espiritual de la práctica. Todo lo que nace en cierne a ello, tiene finalidades prácticas. Sin embargo, es muy importante destacar que el ser humano es la fuente desde donde brotan las concepciones teóricas y prácticas, ligadas a esos impulsos. Un buen ejemplo para esclarecer esa afirmación, es la pedagogía Waldorf.
Tenemos una buena imagen para ilustrar esto: ¡la pedagogía Waldorf es como un zapato que crece junto con el pie! O sea, es a partir de las necesidades antropológicas del ser humano que la pedagogía Waldorf construye su forma. Todo el plan de estudios y la metodología, desde el jardín de infantes hasta la enseñanza media, provienen del estudio antropológico de origen antroposófico. Nada acontece por casualidad o porque un gobierno exigió, sino porque hubo una búsqueda para comprender al ser humano en sus diferentes momentos biográficos y a partir de ese estudio, se procuró proveer las “nutrientes” correctas para cada momento de la vida escolar, con la finalidad de que haya un desarrollo saludable del ser humano, en busca de los senderos que lo lleven hacia la autonomía y la libertad conscientes.
Esa meta es el cimiento de toda la pedagogía Waldorf: educar al ser humano integral, o sea, trimembrado: cuerpo, alma y espíritu, partir del reconocimiento de su amplia naturaleza; considerando sus diferentes momentos biográficos en los distintos septenios de la vida escolar. ¡Brindar el alimento justo, a la hora certera, para generar salud!
Teniendo esto en mente, Rudolf Steiner propuso que la educación fuera un arte que consiguiera abarcar al ser humano como un todo, desenvolviendo sus capacidades para el Hacer, para el Sentir y para el Pensar. ¿Cómo ese arte de educar podría contemplar todas esas necesidades humanas en la práctica? Para eso, él nos dejó muchos apuntes y contribuciones; todas, partiendo desde una mirada antropológica. La literatura sobre los Tipos Constitutivos, los Temperamentos y las Cualidades Planetarias, son ayudas que nos orientan en la búsqueda de la comprensión humana, como punto de partida para la práctica pedagógica.
Así, la metodología Waldorf, se presenta como una herramienta que hace llegar hasta el ser humano los contenidos que, a partir del estudio antropológico, serían los apropiados para un desarrollo saludable, y un perfeccionamiento de las capacidades físicas, motoras, anímicas, sociales, emocionales y también intelectuales del ser humano.
La pedagogía Waldorf, puesta en práctica, funciona como una “academia” de los tiempos modernos, donde se ejercita no solo el cuerpo físico, sino también el alma humana.
Todos los días proporcionamos una gimnasia anímica en busca del conocimiento. En todas las clases ejercitamos las cualidades del Querer, del Sentir y del Pensar humano. En una clase, el alumno hace, se mueve, escribe, dibuja, trabaja con las manos y también usa toda esa potencia de voluntad, para involucrarse en una narrativa o en la observación de una experiencia. O sea, el Hacer es muy vivo y cotidiano. Todos los días son pulidas y reforzadas las cualidades del Querer durante las clases.
Con el Sentir pasa lo mismo. Diariamente los alumnos se comportan de acuerdo a las cualidades de esa esfera del alma humana. Elaborando juicios acerca de los asuntos presentados por el maestro, colocando su subjetividad delante del grupo, o sea, los juicios tejen una tela de puntos de vista individuales, a partir de una presentación objetiva, de una experiencia, o de una narrativa. De esta manera, la esfera rítmica humana entra en escena, ejercitándose, fortaleciéndose y apropiándose de los contenidos. Los alumnos también tocan instrumentos, cantan, pintan lienzos, desarrollan actividades sociales, entre tantas otras acciones que dejan fluir las fuerzas del alma humana plena de los sentidos y llevando el mundo dentro del ser y, como contraparte, el ser humano puede, a través del arte, por ejemplo, darle al mundo un poco de su esencia individual. Ese intercambio es fantástico y, como decía Schiller, nos hace humanos de hecho.
Todo aquello que fue presentado a través de una experiencia o de una narrativa, o incluso mediante caminos creativos que el profesor encontró, para llevar a los alumnos hacia un contenido, fue experimentado a través de la fuerza de voluntad de cada uno, para conectarse íntegralmente y dejarse inundar por los contenidos. Más tarde, esos alumnos se comportarán de acuerdo con esas fuerzas en la construcción de algo concreto para el futuro. Estamos hablando del ejercicio del Querer. Después de haber experimentado los contenidos por la fuerza del Querer, se llega al momento de practicar los juicios a partir del Sentir. Cada uno imprime en lo que era exterior y común a todos, su propia subjetividad, o sea, la clase se encuentra ahora en el ámbito emocional, el de las simpatías y antipatías. El grupo que estaba inundado de sensaciones y sentimientos, tras oír una narrativa o asombrarse con una experiencia, ahora puede apropiarse de todo eso, mediante el juicio. Observamos aquí el desenvolvimiento de los ámbitos del Querer y del Sentir durante la clase.
Existe un aspecto muy importante del proceso de conocimiento, construido en una escuela Waldorf. Durante la noche del sueño, los alumnos se conectan con el mundo espiritual y así, establecen conexiones con la esencia y los arquetipos que allá viven. Consiguen, con más vigor, experimentar el mundo en el cual estaban en la vida prenatal, trayendo de esa experimentación nocturna, muchos tesoros que serán recogidos por el profesor, consciente de eso, al día siguiente.
Desde la pedagogía Waldorf, el proceso de conocimiento no cesa cuando dormimos, o sea, dormir no significa apenas “recargar las baterías” para volver a aprender la mañana siguiente renovados y dispuestos. Creemos que el dormir es una etapa de mucho valor en el proceso de conocimiento, pues a través del sueño, accedemos a las esferas espirituales y de allí traemos contribuciones para las dinámicas de la comprensión del mundo físico sensorial. Esa es nuestra tarea en el sentido de continuar el trabajo de las jerarquías espirituales, en lo tocante al camino de evolución del ser humano y de la humanidad. Somos miembros de una comunidad nocturna, que desbrava las amplitudes esenciales, en busca del verdadero conocimiento, vivo y compartido, que nos lleva hacia la libertad.
Y aquí, por la mañana, llega el momento de ejercitar el pensar humano. Al hacer una retrospectiva de los contenidos vistos el día anterior, el profesor conduce su grupo hacia la esfera del pensar. Recordar, revivir todo lo que fue trabajado el día anterior, mueve el grupo para tales direcciones, pues el Pensar humano está vinculado a las fuerzas del pasado, así como el Sentir está para el presente y el Querer está conectado con los impulsos del futuro.
Este es el tercer momento para que el mismo contenido sea tratado, lo que está siendo ejercitado en esa “gimnasia anímica” ahora, son las cualidades del pensar humano. A través de preguntas, el profesor busca entonces llegar a los conceptos, leyes, o incluso a grandes ideas, que estarían detrás de todo lo que fue abordado. Claro está, que en ese momento, aquello que fue absorbido en el mundo espiritual, acontece y es determinante para tal exploración. Muchas relaciones y conexiones son hechas, dando lugar a una forma joven y nueva de pensar. Es así, como se construye una llama viva, incandescente y elevada del pensar humano. En este momento estamos tocando lo espiritual, pues estamos aproximándonos al mundo de la esencia, como lo diría Platón.
Como podemos ver, una clase, traspasa esas tres cualidades humanas: el Pensar, el Sentir, el Querer y también se sumerge en lo espiritual. Y todos los días, varias veces al día, esas facultades humanas son solicitadas, visitadas y ejercitadas, pues el ser humano es un ser grandioso que precisa desarrollar mucho más de lo que apenas es su pensar, y mucho más de lo que apenas es su hacer y su sentir; es el elemento que se derrama para el Querer, dándole sentido al hacer, como así también, se derrama sobre el pensar, dándole calor y sentido, el desenvolvimiento saludable del ser humano. Todos los días los alumnos son genuinos científicos, rehaciendo los caminos de descubrimientos y conquistas humanas. Ese proceso metodológico, es el que el alumno ‘aprenda a aprender’, pues se mueve en busca del conocimiento, a partir de sus propias fuerzas anímicas. Y cuando se ‘aprende a aprender’, nos volvemos más fuertes y listos para develar todos los enigmas que la vida pueda colocar en nuestros caminos. De esta forma, se vuelve más comprensible la afirmación que dice: ¡La escuela Waldorf educa para la libertad!
Irceu Munhoz es Profesor de Clase del 6º grado de la Escuela Waldorf Rudolf Steiner, en São Paulo. Esta escuela Waldorf es la pionera del Brasil y emana el impulso de la pedagogía Waldorf por todo el gran territorio brasileño hace 64 años. El número de escuelas Waldorf en el Brasil viene creciendo mucho. ¡Actualmente alcanzan más que 260!
* “El primer curso para maestros” incluye las conferencias de Rudolf Steiner sobre “Los fundamentos de la educación“, “Metodología y Didáctica” y “Coloquios pedagógicos”. Las preguntas centrales surgieron durante la conferencia del aniversario de “El primer curso para maestros”, 2019 en el Goetheanum. Muchas gracias por la ayuda preparatoria de Claus-Peter Röh, representante de la Sección Pedagógica. La entrevista fue realizada por Katharina Stemann.