Entre los grandes logros culturales de la humanidad figuran la ciencia, el arte y la religión. La pedagogía Waldorf cultiva una íntima relación con los tres: se esfuerza para transmitir ciencia, arte y religión a sus niños y jóvenes de un modo dinámico y enérgico, para ofrecer un entorno familiar y contribuir así a moldear el futuro.
En la evolución de la pedagogía Waldorf, se ha insistido mucho, tanto en las escuelas como en los programas de formación de maestros, en el desarrollo de formas de arte estimulantes y en la enseñanza de la ciencia a partir de la naturaleza. Sin embargo, no se ha puesto el acento en la formación de lo religioso por varios motivos; en parte porque la religión no sólo se percibe como algo valioso, sino también como un área de conocimiento especialmente sensible. La religión y la religiosidad son una expresión de la relación de lo humano con el mundo divino/espiritual, y sus fuerzas han quedado profundamente grabadas en la historia de la humanidad. Con todo, la religiosidad de cada individuo constituye una faceta muy privada de su biografía.
Este potencial de la relación con el mundo espiritual, propia de los seres humanos, se pone de manifiesto en las numerosas religiones que han surgido a lo largo de la historia de la humanidad de modos muy distintos e incluso contradictorios. La consolidación de comunidades religiosas importantes en la historia reciente y sus crecientes clamores de verdad no han hecho ningún favor a estas mismas religiones, y todavía menos a los seres humanos. Ahora nos encontramos en un punto de inflexión micaélico, en el que la profundidad de la espiritualidad de todas la religiones y culturas se puede despertar y desarrollar de un modo en el que las religiones ya no tengan que competir las unas con las otras, sino trabajar unidas desde sus fuerzas respectivas para otorgar una dignidad duradera a la experiencia humana.
Ante este contexto de renacimiento espiritual debemos valorar el significado de lo que Rudolf Steiner llamó “la educación religiosa general” en las escuelas Waldorf. El objetivo es fomentar la profundidad espiritual durante el encuentro del niño y el adolescente consigo mismos y con el mundo, y permitir gradualmente al ser humano en proceso de crecimiento decidir sobre su existencia religiosa y vivirla libremente y a conciencia. Bajo los principios de libertad de pensamiento, tolerancia, respeto y reconocimiento mutuo, este posicionamiento honra a todas las religiones por igual, sin dirigir a los jóvenes hacia los contenidos religiosos individuales sino hacia sus valores humanos y espirituales más profundos. Es una introducción a la religión; no enseñanza religiosa. Eso último es responsabilidad de las familias, de los jóvenes mismos, o de las comunidades religiosas respectivas.
Si el alcance de la pedagogía Waldorf es el desarrollo del potencial religioso del niño, entonces dicha tarea debe también incluirse en la formación de los maestros. Esto significa que el estudio de la pedagogía Waldorf tendría que hacer justicia a esta reivindicación, y plantearse estas preguntas:
- ¿Cómo pueden los futuros maestros percibir el don religioso del niño paralelamente a sus talentos relativos al arte y la cultura, la sociabilidad, las habilidades manuales y la tecnología?
- ¿Cómo pueden los maestros aprender a crear un ambiente abierto en el que se aborden el sentido religioso y las sensibilidades éticas de los alumnos sin que se sientan tratados con condescendencia?
- ¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para animar a los alumnos a experimentar la confirmación de su propia existencia espiritual y religiosa, y, a partir de este sentido de pertenencia, descubrir y poner a prueba su propia responsabilidad para pasar a la acción para con los demás?
En resumen, se trata de saber cómo podemos dar voz y experiencia a aquello que une a todas las religiones en su esencia y sus intenciones más profundas, que incluye la gratitud y la modestia; la reverencia y la humildad; el sentido de la verdad y el poder del pensamiento; la compasión y la amabilidad de corazón; la energía y la sociabilidad; y, por encima de todo, el amor: amor hacia la gente y hacia todo lo divino, visto como posiblemente la fuerza más poderosa contra todo aquello que amenaza nuestra humanidad.
Un estudio así requiere, en primer lugar, una reflexión minuciosa de cada persona sobre su relación con la religiosidad y la religión. Esta reflexión puede traducirse en una mayor claridad sobre los posibles enfoques a tener en cuenta, pero también sobre los posibles obstáculos y barreras a la hora de analizar y trabajar el ámbito de lo religioso. Así pues, se puede plantear la educación religiosa de la mejor manera posible.
En cuanto al contenido, el estudio de la pedagogía Waldorf debe ofrecer unos buenos conocimientos en antropología religiosa (y teológica) y, sobre todo, un saber preciso del desarrollo religioso del niño. El estudio del hombre como base de la pedagogía Waldorf proporciona un punto de partida muy completo para abordar esta cuestión, y se puede complementar con conocimientos específicos de psicología religiosa y de enseñanza religiosa.
Finalmente, es igualmente importante analizar la didáctica y la metodología de la pedagogía Waldorf por su relevancia en la enseñanza religiosa moderna, y hacerlas productivas. La pedagogía Waldorf ofrece un repertorio de métodos que atañen el área de la enseñanza religiosa: desde la inmensa importancia que tiene la imaginería para los niños a la hora de entender el mundo, pasando por el gran valor de la mediación narrativa, hasta las distintas formas simbólicas de acción que enriquecen las clases y también configuran la vida escolar como un todo.
En la pedagogía Waldorf, por tanto, ya existen muchas bases para abrir la esencia de la religión a las personas (además de la ciencia y el arte) a modo de vínculo espiritual con los mundos superiores y también como fuente de confianza, seguridad y alegría en la vida.
Este enfoque en la formación de futuros maestros podría ayudar a alimentar el tesoro de una “religion que cobra vida” en todos los colegios Waldorf y traspasando todas las fronteras; un tesoro para compartir generosamente con todos los alumnos.
traducido por Montserrat Babí
Carlo Willmann: Profesor de Estudios Religiosos y Ética en la Universidad Alanus de las Artes y las Ciencias Sociales de Alfter, cerca de Bonn, Alemania. Director del Instituto del Centro para la Cultura y la Educación de Viena. Director del Seminario del programa de Máster en Pedagogía Waldorf de la Universidad Danube de Krems. Presidente de la Red Internacional para la Formación Académica de Enseñanza Steiner (INASTE). Profesor de secundaria de religión, historia e historia del arte en colegios Waldorf desde 1984. Estudió Pedagogía Waldorf en Manheim; Teología en Friburgo, Frankfurt y Viena; historia del Arte en Viena.