En el primer artículo, analizo la importancia de las celebraciones anuales en los colegios Waldorf y algunas afirmaciones relevantes de Rudolf Steiner al respecto.
Las celebraciones anuales en los colegios Waldorf y su posible renovación
La importancia de las celebraciones en las escuelas Waldorf
Una de las principales características de la vida de las escuelas Waldorf es su rica cultura de celebraciones. El curso escolar incluye muchos acontecimientos festivos que le confieren color, diversidad y alegría. En muchos colegios el mercadillo anual Waldorf es uno de estos momentos festivos, pero también las fiestas escolares con las presentaciones de las clases son un acontecimiento festivo en el que no sólo parece que los ojos de los niños y jóvenes brillen más; también los de los padres y docentes. La celebración pública del primer día de colegio de los niños de la primera clase, las obras de teatro, que suelen hacer la octava y la doceava, las presentaciones de los proyectos de graduación junto con las representaciones artísticas de fin de curso forman parte también de este tipo de acontecimientos que celebra la comunidad escolar.
A parte de estas festividades o entrelazadas con las mismas, las celebraciones anuales en sí añaden colores específicos y cualidades a estos eventos. En los colegios Waldorf de Europa y América del Norte u otras partes del mundo donde la mayoría de la población tiene raíces cristianas, estas celebraciones anuales a menudo encajan con las fiestas cristianas tradicionales. En el pasado, se había profundizado en esta orientación cristiana a través de la relación de la pedagogía Waldorf con la visión cósmica y transreligiosa propia de la antroposofía de la figura de Cristo. Hoy día, la pedagogía Waldorf se ha expandido por todos los continentes y en muchas culturas, así como en casi todas las grandes religiones. Los corrientes migratorios internacionales están desencadenando una fusión religiosa y cultural de las sociedades europeas, antaño principalmente cristianas. Debido a estas circunstancias, la estrecha conexión entre las celebraciones anuales de Waldorf y las festividades cristianas plantea preguntas, mayormente en el extranjero pero también en países europeos. Estas preguntas afectan al contenido pero también a la estructura de las celebraciones que, siendo a menudo originarias de la Europa central, se han exportado a países y continentes lejanos.
Por ejemplo: ¿puede exportarse a Australia una tradición como la Fiesta del Farol de San Martín, que se celebra el 11 de noviembre? ¿Hasta qué punto tenemos hoy en Europa el cometido de diseñar nuestras celebraciones de tal modo que también tengan un efecto integrador hacia miembros de culturas y religiones que no sean la cristiana? Esto último es algo que va in crescendo en nuestra sociedad. ¿Cuál es entonces el auténtico fundamento cristiano de la pedagogía Waldorf?
La importancia de las celebraciones para la comunidad escolar
La cooperación es necesaria tanto para la preparación del bazar como para cualquier otra celebración. En muchos colegios, el mercadillo es el resultado de la cooperación de los padres. Para las fiestas escolares, se pide la cooperación de docentes y alumnos; también en las obras de teatro o presentaciones artísticas de fin de curso se pide la de los alumnos implicados y la de sus profesores. Estas actividades sólo son posibles gracias a una fuerte identificación de la persona con la celebración, por un lado, y con el colegio por el otro, y luego, a su vez, fortalecen dicha identificación con la comunidad escolar. El resultado de este proceso es un calor y alegría compartidos durante la celebración en sí, lo que, por un momento, permite dejar de lado conflictos sociales u otras preocupaciones. De este modo se fortalece la comunidad escolar.
El sentido de las celebraciones (anuales) para el niño
Para el niño, la experiencia de ser capaz de presentar a los padres y al resto de la comunidad escolar algunos resultados de sus esfuerzos de aprendizaje en las fiestas escolares es significativa. Las presentaciones en el escenario en un marco protegido como el del grupo-clase fortalecen el desarrollo psicológico del niño, aumentando su autoestima. En las obras de teatro de clase, los niños mayores o adolescentes pueden practicar aparentar ser más autónomos y diferenciados delante de los espectadores.
Pero las celebraciones anuales en particular son de una importancia pedagógica especial para el desarrollo del niño. Le ayudan a orientarse más y mejor en el tiempo. Para los niños más pequeños, el tiempo todavía pasa poco a poco. Las celebraciones anuales les ayudan a subdividir el tiempo en diferentes cualidades como, por ejemplo, en la Europa cristiana, la secuencia San Miguel— San Martín — Navidad — Carnaval — Pascua — San Juan. El niño se va sintiendo cómodo, como en casa, gracias a las celebraciones, mientras que los adolescentes a menudo las utilizan para la necesaria toma de distancia de la pubertad para asumirlas tal vez más tarde, como adulto o padre, de forma individual. Así pues, las celebraciones anuales son una experiencia sostenible para sentirse como en casa en el contexto del tiempo. En nuestro acelerado ritmo de vida, de vacaciones en países remotos, con relaciones humanas que a menudo se rompen con demasiado rapidez, nunca bastará el peso que damos a un lugar de «resistencia interior» como éste.
Cabe destacar que una cultura de celebraciones anuales bien cuidada proporciona un hogar en lo temporal y también en lo espacial. En el mejor de los casos, las celebraciones anuales reflejan los ritmos de la naturaleza circundante y, al mismo tiempo, son espejos de las tradiciones locales y religiosas así como de las costumbres culturales de la región.
Por lo tanto, la orientación múltiple en el espacio y el tiempo en los acontecimientos festivos, y especialmente en las celebraciones de las festividades anuales, ofrece un rico potencial de desarrollo para el niño. Así pues, explorar la cuestión del desarrollo contemporáneo de las celebraciones anuales en las escuelas Waldorf es importante para el movimiento internacional Waldorf tanto por motivos culturales como en lo que a desarrollo psicológico del niño se refiere. Dicho análisis puede aportar además consideraciones relevantes para las preguntas que surgen actualmente en el seno del movimiento internacional de las escuelas Waldorf acerca de la adaptación regional del currículo (1).
Consideraciones de Rudolf Steiner acerca de los procesos estacionales y las celebraciones anuales
En el ciclo de conferencias de 1923 "El ciclo anual como proceso respiratorio de la Tierra" (2), Rudolf Steiner presenta las festividades anuales en un contexto global y estacional. Describe procesos que tienen lugar en la naturaleza durante las cuatro estaciones —primavera, verano, otoño e invierno— y durante sus celebraciones cristianas anuales correspondientes: Pascua, San Juan, San Miguel y Navidad. La temática del concepto de estación y de celebración anual percibidos de forma global surge repetidamente durante estos años de su obra. Estos conceptos constituyen la base de algunos debates contemporáneos entorno a la creación y al desarrollo de nuevas celebraciones Waldorf.
En el hemisferio norte, las celebraciones anuales están contextualizadas con motivos intrínsecos de las celebraciones (cristianas) anuales, con lo cual las imágenes que emergen son armoniosas: por ejemplo, Navidad y el nacimiento de un niño como metáfora del nacimiento de la luz en un tiempo oscuro; o Pascua, y la resurrección de Cristo en la primavera, cuando la naturaleza resurge del frío y de los procesos de muerte aparente. Sin embargo, en el hemisferio sur, las celebraciones cristianas anuales y las estaciones no encajan tan exactamente como en el hemisferio norte con los motivos esenciales y giran entorno a la cuestión de nuevas celebraciones anuales basadas en los procesos internos de la tierra como describió Steiner.
En el GA 223, Steiner parte de la idea de que la tierra es un organismo vivo que despliega una vida rítmica junto con las estaciones. Para describir esta vida rítmica, utiliza dos metáforas relacionadas con la vida humana. Por un lado, la compara con los procesos de dormir y despertar, y por otro con los de inhalar y exhalar. Incluso relaciona estos procesos entre sí, y crea así una imagen diferenciada de los procesos estacionales globales.
"Una respiración de fuerzas"
"No estamos hablando de la respiración del aire, sino de la respiración de fuerzas, la inhalación y exhalación de fuerzas, acerca de la que uno puede obtener una representación parcial si toma en consideración el crecimiento de una planta a lo largo de un año," dijo el 31 de marzo de 1923.
En invierno, el ciclo vital de la tierra se traslada completamente al interior de la misma. Todas las fuerzas, como el crecimiento de las plantas, se retiran hacia el interior de la tierra como en un gran proceso de inhalación. Mientras que en el exterior la tierra presenta un estado durmiente, en el interior de la misma se establece el máximo nivel de alerta.
Hacia la primavera, poco a poco la tierra empieza a exhalar esas fuerzas, lo que Rudolf Steiner también describe como los poderes del alma de la tierra. Con el equilibrio del equinoccio de primavera, este proceso de exhalación ya ha ido muy lejos y las fuerzas terrenales exhaladas del alma cada vez interactúan más con el sol y con el conjunto del cosmos. Eso se manifiesta en el aumento de la floración y la brotadura de la vida vegetal y en el aumento del calor de unos días cada vez más largos.
El proceso de exhalación alcanza su apogeo en junio. Steiner describe cómo se produce un momento de estancación, un interludio en este proceso de respiración. Todas las fuerzas del alma de la tierra se han entregado por completo al cosmos con el sol y sus estrellas. Todo brota, crece y florece hacia fuera y lo que para el ser humano puede parecer una alerta extrema en la naturaleza, Steiner lo describe como un estado durmiente del interior de la tierra. Poco después del solsticio de verano, el proceso de inhalación cósmica de la tierra poco a poco vuelve a empezar.
A partir de las observaciones de Steiner en el GA. 223, queda claro que era muy consciente de que las condiciones en la parte sur del globo son completamente distintas a las del hemisferio norte en lo que atañe a las estaciones. Por eso hace hincapié en que el proceso de respiración de la tierra, que él únicamente describió desde un punto de vista local, de hecho afecta a todo el planeta. Si es invierno en el hemisferio sur, y por lo tanto se ha alcanzado un clímax de inhalación (y una alerta mental extrema en el interior de la tierra), es que es verano en el hemisferio norte y, por lo tanto, se ha alcanzado el clímax de la fase de exhalación, mientras que el interior de la tierra duerme. "En el lado opuesto de la tierra las condiciones son exactamente las opuestas. Debemos imaginarnos la respiración de la tierra de modo que se produce la exhalación en un lugar mientras que en el lado opuesto se produce la inhalación", describe. En Oslo, pocas semanas más tarde, lo presenta como la cola de un cometa que vaga por la tierra de un lado a otro (GA 226): "... cuando en el norte, el alma de la tierra sale hacia las estrellas y —desde el punto de vista espiritual— se muestra como un cometa que se retira del cielo, al mismo tiempo, en el otro lado, el alma de la tierra se retira hacia el interior de la tierra, es Navidad. Y, de nuevo, al contrario, cuando el alma de la tierra se retrae, en el otro lado la cola del cometa se estira hacia el cosmos. Eso ocurre simultáneamente." (3) Así pues, Steiner expresa que, cuando en el hemisferio norte prevalece el verano, no sólo es invierno en el hemisferio sur, también es Navidad. Estas palabras cobran especial importancia en el debate entorno al tiempo de la celebración de las festividades cristianas anuales en el hemisferio sur.
Cristo, el espíritu de la tierra
En el GA 223, Rudolf Steiner expresa su concepción de Cristo como un ser estrechamente conectado con el destino de la tierra. En este contexto, Steiner describe a Cristo como un ser espiritual muy elevado que una vez estuvo conectado con un sol espiritual. Todas las religiones ancestrales lo adoraron por ser el espíritu del sol. Con el fin de unir completamente el destino de la tierra y el de las personas, entró en el cuerpo físico de Jesús. En el proceso de muerte de su cuerpo terrenal y en la resurrección, él y la tierra se convirtieron en uno. Desde entonces, Cristo además de ser el espíritu del sol también lo es de la tierra. De modo que, cuando Steiner habla de las fuerzas del alma de la tierra, de hecho describe las fuerzas (transreligiosas) de Cristo, que permanecen vivas al tejerse y respirar las estaciones conectándose intensamente con la tierra en invierno y entregándose al cosmos en verano. La imagen de la tierra como un organismo animado per el espíritu Cristo-Tierra tiene una gran importancia para la concepción de Rudolf Steiner de las celebraciones anuales y del modo en que evolucionaron en la antigüedad. Además, la imagen es crucial para entender cómo se deberían reconceptualizar las celebraciones actualmente.
Incertidumbres relativas a las celebraciones anuales
Es significativo que hoy día muchas personas experimenten, con más o menos dolor, cómo las celebraciones cristianas son aún, en el mejor de los casos, un ritual externo pero a menudo solamente se traducen en vacaciones y consumo. Un componente especial de estas cuestiones complejas concierne, como se ha descrito antes, a las personas del hemisferio sur. Históricamente, los colonos cristianos de los continentes del sur mantuvieron sus celebraciones anuales en las fechas del norte, sin tener en cuenta las estaciones locales. Hoy, en la era de una mayor conciencia individual, está emergiendo la necesidad creciente de una nueva conexión de las celebraciones con las condiciones cósmicas anuales. ¿Cómo se puede crear dicha relación?
"Pensar según el ciclo del año"
Rudolf Steiner proporciona algunas ideas para crear esta nueva conexión. Propone tratar de mirar a través de los fenómenos externos de la naturaleza, que se han convertido en algo abstracto para nosotros. En cierto sentido, todos deberíamos recapturar un estado de conciencia que se parezca a la unidad mental humana primitiva con la naturaleza. Puesto que esta unidad a menudo se puede encontrar en las religiones de naciones indígenas no-cristianas, Steiner (4) retoma el concepto de «paganismo» para describir la unidad con la naturaleza que hay que volver a adquirir: «Debemos aprender a superar la percepción abstracta de la naturaleza y lograr una cognición tangible de la misma. Nuestra cristiandad se ha ampliado mediante la infusión… de un paganismo sólido. La naturaleza tiene que volver a significar algo para nosotros».
Continúa y destaca que es necesario superar nuestra indiferencia para con la naturaleza y es en este sentido que debemos entender su preocupación respecto a la conexión entre las celebraciones anuales y las estaciones correspondientes. En el GA 223 Steiner llama a la actividad interna correspondiente «pensar según el ciclo del año». Describe que a partir de aquí surgirá una nueva comunión del ser humano con el cosmos y que en la antigüedad el hombre había tomado de su reino el poder de crear celebraciones. Fuera del poder espiritual interno de «pensar según el ciclo del año» los seres humanos deben desarrollar celebraciones que finalmente les conecten otra vez con el mundo divino de una nueva manera — a través de la comunión íntima consciente con la naturaleza. En el GA 224 (5), Steiner incluso llega a expresar que la creación de las celebraciones anuales a partir del ciclo del año es una demanda necesaria para los seres humanos modernos.
"Queremos ser seres humanos completos, ¿no? Entonces, eso requiere que realicemos nuestros procesos de creación de un modo espiritual como seres humanos completos. Aquí que no debemos pensar únicamente entorno al significado de las celebraciones antiguas. Consecuentemente, nosotros mismos debemos pasar a ser socialmente creativos y crear celebraciones a partir de nuestro ciclo estacional anual."
Metamorfosis del currículo Waldorf, cuestiones aforísticas
En los últimos años, la cuestión de la adaptación regional del contenido curricular se ha convertido en algo cada vez más urgente, planteada tanto desde críticas externas como por parte de representantes internacionales del propio movimiento Waldorf.
Entre varias voces, destaca la imagen del representante de Waldorf en Nueva Zelanda, Neil Boland. Habla de pegar meramente alas a la oruga. ¿Es posible que el movimiento Waldorf lleve a cabo una metamorfosis real de su currículo, una metamorfosis que incorpore las condiciones locales o simplemente pegaremos alas a la oruga? Así es como lo pregunta.
En mi investigación, he encontrado otra pregunta relacionada con el tema de este artículo. Un docente del colegio indígena Waldorf de Kusi Kawsay (Perú) habló del idealismo de la fundadora del mismo de los primeros años del colegio en los que introdujeron elementos eurocéntricos de la cultura de celebraciones Waldorf y de los contenidos curriculares. El docente entrevistado utilizó la siguiente imagen: "Ella (la fundadora) nos mostró un pez, pero no nos enseñó cómo pescar". El objetivo del grupo fundador del colegio indígena fue el de integrar en la pedagogía tantos elementos de su propia cultura como fuera posible. Más tarde tuvieron que desarrollar el impulso y la habilidad de buscar estos elementos en el currículo Waldorf. Tuvieron que aprender el proceso de pescar, por así decirlo.
En el Boletín número 55 de la Sección Pedagógica 5 se describen las características de la pedagogía Waldorf. En lo que se refiere a la cuestión planteada aquí, encontramos las palabras siguientes: "Al seguir las indicaciones que Rudolf Steiner dio para la docencia, que por ejemplo priorizan los valores culturales occidentales, habrá que complementarlas con o sustituirlas por contenidos relevantes correspondientes, siempre que se preserve el efecto pedagógico». Aquí se nos abre un gran campo de trabajo: metamorfosis en vez de "pegar alas a una oruga".
Vera Hoffmann es maestra tutora desde hace 25 años. Actualmente trabaja en Suiza. Durante siete años fue la directora de una pequeña escuela Waldorf multicultural en España. Durante esta etapa, la escuela se alejó de sus orígenes centroeuropeos para convertirse en una escuela de habla española. A Vera le interesan particularmente los cambios dentro del movimiento internacional Waldorf. Es una entusiasta de los avances que permiten analizar las tradiciones y los hábitos, que tienen en cuenta las necesidades contemporáneas y las circunstancias locales y que exploran nuevos métodos pedagógicos Waldorf. En su clase actual hay familias de doce nacionalidades distintas, cuatro continentes y tres grandes religiones. Vera intenta hacer efectivo el interés por su propia clase a pequeña escala.
Notas
(1) Boland, Neil: The Globalisation of Steiner Education: Some Considerations. Número 6 del Boletín del RoSE (Research on Steiner Education). Diciembre de 2015 (artículo no disponible en español)
(2) Steiner, Rudolf: El ciclo anual como proceso respiratorio de la Tierra. GA 223. Dornach 1923.
(3) Steiner, Rudolf: Menschenwesen, Menschenschicksal und Weltentwicklung. GA 226. Oslo 1923. Edición no disponible en español
(4) Steiner, Rudolf: Impulsos pasados y futuros en el acontecer social. GA 190. Dornach 1919.
(5) Steiner, Rudolf: El alma humana en su relación con individualidades espirituales-divinas. GA 224. 1923.
(6) Foro Internacional de la Pedagogía Waldorf/Steiner: Características esenciales de la pedagogía Waldorf. Circular de la Sección Pedagógica No. 55. Michaeli, 2015.
Traducido por Montserrat Babí