Tres niñas conversan, dos niños se quitan los zapatos, Anna, de 8 años, hace ganchillo. Las puertas están abiertas. Alguien riega las plantas, un chiquillo mira por la ventana. Niños y adultos se saludan; aquí todo el mundo se conoce. Los suelos de madera crujen, el violín y el xilófono descansan en una esquina, las vigas a la vista parecen viejas. Un crío lee sobre un cojín rojo. El sonido de alguien tocando el piano trepa por las escaleras. Los niños van llegando en cuentagotas, saludan a la maestra dándole la mano y le enseñan los deberes. Lo que parece una familia unida, tan acogedora, tan relajada y tan bernesa, es en realidad el primer ciclo de primaria de la escuela Rudolf Steiner de Langnau, en el valle de Emmental, Suiza.
Aquí el conserje es también profesor de lección principal o de arte y manualidades; además poda los arbustos con los alumnos de secundaria y organiza talleres de música y de teatro. El profesor de euritmia y el de horticultura son la misma persona, el del jardín de infancia es el coordinador del Claustro. La diversidad y las dinámicas variopintas de esta escuela llaman mucho la atención. La maestra Doris Hirschi da en el clavo cuando afirma“somos una escuela con mucha vida y queremos que continue siendo así. Hemos decidido no regirnos por demasiadas reglas ni estructuras. Por lo tanto, podemos adoptar nuevas ideas con rapidez, sin depender de burocracia alguna, y las cambiamos con la misma rapidez si es necesario”.
La falta de investigación
En la escuela Rudolf Steiner de Langnau hay 74 alumnos entre niños y adolescentes, y repartidos en tres niveles distintos (ver ficha técnica). Se les enseña en aulas unitarias, con un criterio muy bien definido. Desde 2009, el número de alumnos ha pasado de 48 a 74. Como faltaban aulas, los profesores decidieron no aceptar más alumnos durante este curso académico y abrieron una lista de espera.
Esta forma de enseñar, que empezó como una solución de emergencia, ha resultado ser una bendición caída del cielo y se ha establecido como la base del proyecto pedagógico. El aula unitaria, también conocida como “aula multinivel” o “aula dividida”, es bastante común en las zonas rurales. Actualmente existen en escuelas Waldorf de todo el mundo. Sin embargo, hay muy pocos estudios dentro del movimiento Waldorf sobre este tipo de aulas, y son consideradas “de segunda”.
La lección principal o bloque lectivo en el aula unitaria
La pedagogía Waldorf se basa en un currículo adecuado a cada edad para dar respuesta a las necesidades de desarrollo de los niños. La mayoría de las pautas establecidas en los planes de estudio y en los centros de formación para maestros Waldorf dan por sentado que las clases se imparten en grupos de niños de una misma edad, con lo cual los alumnos reciben los contenidos en la edad apropiada de forma automática. De esto se deduce que la lección principal o bloque lectivo es el mayor reto para los profesores de aulas unitarias, también para los de Langnau.
Según David Joss, tutor del grupo de la cuarta a la sexta clase, es importante impartir el bloque lectivo dedicado a las antiguas civilizaciones en el grupo de edad apropiado siempre que sea posible. Él imparte un bloque lectivo sobre Mesopotamia y Antiugo Egipto en la cuarta y quinta clases, mientras en paralelo otro profesor imparte el bloque lectivo dedicado a Roma en la sexta clase. Las dos maestras del primer ciclo de la primaria, Doris Hirschi y Marianne Etter, tienen la suerte de trabajar en equipo con la primera, segunda y tercera clases. Así, pueden dividir el grupo para los distintos bloques lectivos según vean necesario. El bloque de ciencias de la secundaria se organiza mediante una complicadísima planificación de tres años durante los cuales los contenidos se van interrelacionando de distintas maneras. Christophe Frei, tutor en la secundaria (séptima a novena clases) ha analizado los aspectos transversales de cada tema de ciencias par apoder diseñar esta planificación. Se ha dado cuenta, por ejemplo, de que el tema de biología “Aparato respiratorio y circulatorio” sirve como base para el bloque lectivo de química dedicado a los azúcares, las proteínas y las grasas.
Además, el tema “Mecánica” de física se puede relacionar con el del esqueleto, de biología. Para Christophe, la interconexión de los temas es el marco de trabajo que permite que las diferencias de edad entre adolescentes sean un aspecto de lo más natural y tengan sentido. Los diversos grupos de edad en su aula trabajan en una misma asignatura sobre un mismo tema, a veces a distintos niveles.
Sorpresas a diario para alumnos y maestros
Todos los maestros de Langnau están de acuerdo en que una de las mayores ventajas de este tipo de enseñanza es la adquisición de habilidades sociales. Las oportunidades de aprendizaje social son vastas y enriquecedoras. Cada alumno forma parte en algún momento del grupo de los más pequeños, después de los del “medio” y finalmente encuentra su lugar en el de los mayores, pero en los cursos siguientes volverá a ser de los pequeños. De esta forma cada uno ayuda a los demás durante algún tiempo y luego se convierte en el que recibe ayuda. Sin embargo, Marianne Etter puntualiza: “los mayores no siempre son los que ayudan a los pequeños. A veces ocurre justo lo contrario. Cada día está lleno de sorpresas.” Al cambiar la composición del aula cada año, los niños pueden mostrar facetas diferentes de si mismos en cada curso. El curso pasado, la sexta clase (la de los alumnos mayores del aula) necesitaba directrices claras y firmes, pero este curso (la de los alumnos más jóvenes de la secundaria) su tutor les describe como “muy fáciles de llevar y muy trabajadores”.
¿Cuáles son los retos concretos de los profesores de un aula unitaria? Está claro que abundan las oportunidades de crecimiento personal, y no solamente para los alumnos. Christophe Frei describe el cambio de rol del profesor. “En la escuela donde trabajaba antes, acompañaba a mis alumnos como tutor a lo largo del camino, desde la sexta a la novena clase. Aquí, en Langnau, me quedo fijo en un punto y veo los alumnos pasar, como si dijéramos. Las dinámicas del aula varían de año en año por la composición cambiante de los grupos de edad. Así, pues, yo mismo me convierto en alumno”.
Según David Joss, “mantener el grupo unido” supone un gran desafío pero al mismo tiempo lo ve como una tarea muy gratificante a nivel humano. “Los niños no paran de moverse. Mi única forma de mantenerles concentrados es mi propia capacidad de desarrollo. Esto me supone un reto como ser humano a todos los niveles, y hace que mi trabajo sea fascinante y gratificante. Algunas veces tengo que adoptar el papel de padre amable y tierno para unos pocos alumnos “pequeños” de la cuarta clase mientras tengo que tratar a las alumnas de la sexta clase (en pleno inicio de la pubertad) con una actitud interior muy diferente”.
Investigación y acción
Este concepto tan bien definido de la escuela se ha traducido en un mayor número de alumnos. Existe un responsable para cada nivel, lo cual fomenta la confianza de las familias y los alumnos.
El número cambiante de alumnos es más fácil de absorber en el aula unitaria, lo cual transmite también una sensación de seguridad. La escuela forma parte del grupo de escuelas Rudolf Steiner de Berna, Ittigen, Langnau, y eso permite una capacidad financiera más solvente.
Además, los maestros han integrado en sus vidas profesionales la investigación basada en la acción y el intercambio, con lo que esperamos ver surgir nuevas ideas en el valle de Emmental.
Ficha técnica
La escuela Rudolf Steiner de Langnau, en el valle de Emmental, fue fundada en 1984.
En 2009 se fusionó con la Escuela Rudolf Steiner de Berna e Ittigen para convertirse en la Escuela Rudolf Steiner Bern Ittigen Langnau.
Los distintos niveles son: Jardín de infancia, con grupo de juego integrado, para niños de los 3 a los 7 años.
Primer ciclo de primaria: clases primera a tercera, 24 alumnos, dos maestras tutoras.
Segundo ciclo de primaria: clases cuarta a sexta y Secundaria: clases séptima a novena. Cada una de ellas tiene 25 alumnos y un profesor tutor. Además, diversos profesores imparten las asignaturas de especialidad (lenguas extranjeras, arte y manualidades, etc.) y bloques lectivos específicos.
Después de la novena clase, muchos alumnos pasan a la escuela de Ittigen para cursar los grados 10 a 12.
Sobre la autora: Karin Smith vivió en el valle de Emmental durante diez años y ahora vive cerca de Berna (Suiza) con sus dos hijas, dos conejillos de indias y un gato. Es profesora, escritora, editora, traductora y alfarera.
Traducido por Montserrat Babí