Los inicios
Poco después de la fundación de la primera Escuela Waldorf en 1919 en Stuttgart para los niños del personal de la tabacalera Waldorf-Astoria, se planteó la cuestión de las clases de ejercicio físico. En aquel momento, el deporte giraba en torno a lo que se llamaba el “movimiento de gimnasia alemana”, una forma de entrenamiento físico desarrollado por el reputado Friedrich Ludwig Jahn (1778-1852) y con claros tintes militares. Rudolf Steiner (1861-1925) buscaba una nueva forma de educación física, que encajara mejor con la visión holística de la educación que había concebido para la Escuela Waldorf. Pidió a Fritz Graf von Bothmer (1883-1941) si podía desarrollar un concepto de clases de gimnasia en la nueva escuela. En 1922 von Bothmer asumió la asignatura de educación física y, tras haber estudiado las nuevas ideas de Steiner acerca de la pedagogía basada en su imagen del Hombre y de cómo se desarrollan los niños, creó algo bastante nuevo: la gimnasia Bothmer.
Entre 1922 y 1938 se crearon treinta ejercicios distintos, cada uno de los cuales tomaba en consideración un estadio especial del desarrollo de los niños y los jóvenes estudiantes y se podían utilizar en las clases según correspondiera. Constituyen la base de todo lo que pasa en la clase de deporte. Para Bothmer, las preguntas siguientes eran de gran importancia:
¿Para qué sirve practicar determinadas secuencias de movimiento en la clase de deporte?
¿Cómo se deben practicar?
¿Qué cualidades del movimiento mejoro?
¿Qué efecto tienen en el desarrollo sano de niños y jóvenes?
Hoy día estas cuestiones básicas siguen vigentes en lo que se refiere las clases de deporte de las escuelas Waldorf.
La clase de deporte en combinación con otras asignaturas del currículo Waldorf.
Para tener una idea de la tarea que se nos plantea y la importancia de la clase de deporte, podemos fijarnos en el estatus de las asignaturas individuales dentro del contexto del currículo en su conjunto. Las asignaturas impartidas en la Escuela Waldorf se dividen en tres categorías: las cognitivas, las artesanales y las artísticas. Según Steiner, todas las asignaturas son de igual importancia y, trabajadas conjuntamente en armonía, conforman la base sana del desarrollo de los alumnos.
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Una pieza clave para alcanzar la armonía de la que hablábamos es un horario eficaz. Con este objetivo, la jornada escolar, desde primero hasta doceavo, siempre empieza con una sesión doble de lo que llamamos la lección principal, en la que los alumnos trabajan intensamente un tema durante varias semanas (por ejemplo, historia local en cuarto o historia en séptimo –la época de los descubrimientos, Colón). Tras el recreo, siguen con las asignaturas cognitivas, luego una artesanal y la jornada escolar termina con una asignatura artística. Este día “ideal”, que en la vida real suele ser muy distinto, debería repetirse a lo largo de la semana.
Para que el profesor de deporte prepare las lecciones en el contexto de esta interacción armoniosa de todas las asignaturas, debería saber qué tema en concreto ocupa a los alumnos en la lección principal. ¿En qué proyecto trabajan? ¿Dónde se encuentran en su desarrollo?
A este respecto, todos los profesores que trabajan cualquier asignatura concreta deberían mantener un contacto constante entre ellos en debates y conferencias magistrales. Algo que también puede ayudar a los profesores de deporte a la hora de preparar las clases es asistir a otra clase y vivir [cómo son/se comportan] los alumnos en un entorno de aprendizaje diferente.
Es fundamental que el docente de la clase o (en los cursos superiores) el tutor de clase y los docentes de cada asignatura tengan en cuenta cómo todas las asignaturas se complementan entre sí, sobre todo cuando trabajan con los alumnos más pequeños. Los mayores, que ya han experimentado mucho más en todas las distintas asignaturas de la escuela, tienen una mayor autoconsciencia. Para ellos, no es tan importante que la jornada escolar conforme una unidad homogénea como lo es para los más pequeños.
“Los Fundamentos de la Experiencia Humana” de Steiner, la base para las clases de deporte.
La pedagogía Waldorf afirma que reclama estimular y nutrir todo el ser. Todo lo que el alumno experimenta afecta su ser completo. Se debe abordar el cuerpo, el alma y el intelecto. A lo largo de las conferencias para docentes sobre “Los Fundamentos de la Experiencia Humana”, Rudolf Steiner presenta cómo el claustro puede alcanzar este elevado ideal. (2)
El objetivo de los siguientes artículos es estimular el interés por las clases de ejercicio físico basado en los principios Waldorf. Pese a que aquí no disponemos de espacio para introducir la pedagogía Waldorf, se explican algunos conceptos especiales, conceptos que Steiner desarrolló y que aparecen una y otra vez en este libro. Por lo tanto, es importante y merece la pena familiarizarse con los mismos.
La tabla que aparece a continuación recoge los conceptos que desarrolló Steiner para los distintos grupos de edad (3). Pueden servir de telón de fondo para planificar las clases adecuadas para una determinada etapa de desarrollo del niño. Los docentes y otras personas interesadas pueden estudiar estos conceptos, más bien áridos, en grupos reducidos para darles vida en su práctica diaria.
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Algunas consideraciones técnicas
Como ocurre en otras asignaturas, el maestro de deporte debe adaptarse a las condiciones existentes. La planificación de la clase de deporte debe tomar en consideración el lugar donde se trabaja. No todas las escuelas tienen unas instalaciones deportivas modernas e independientes y si las clases de deporte se imparten en espacios de la escuela, seguro que se produce un conflicto de intereses, especialmente durante el invierno. Muchas escuelas, en el proceso de construcción, no cuentan con una sala polideportiva. Por eso se requiere mucha imaginación y, sobre todo, paciencia. Pero funciona, como demuestra la práctica diaria, y las clases impartidas en las condiciones más adversas pueden ser muy estimulantes y emocionantes.
Ocurre lo mismo con los aparatos gimnásticos. Por supuesto que es fantástico tenerlo todo al alcance para que una idea se pueda poner en práctica enseguida. Pero hay muchos ejercicios que se pueden hacer con los medios más sencillos. Se precisan imaginación y buenas ideas, que los docentes pueden evolucionar en colaboración unos con otros. También hay consideraciones regionales que pueden influir en la clase de deporte. Una escuela de la costa del Mar del Norte tiene unas opciones distintas que las de una escuela situada a los pies de los Alpes. En vez de hacer viajes largos (y caros) tiene más sentido explotar lo que se tiene más a mano.
La continuidad en las clases y la estructura es un reto porque normalmente los alumnos solo tienen clase de deporte una vez a la semana. No es fácil seguir un tema central. Y cuando se suspenden clases, la cosa empeora. Es inevitable pero se debe tener en cuenta. Celebraciones escolares, excursiones de un día y salidas de clase interrumpen el curso de las clases. Por eso resulta aún más importante que la estructura de las clases y la planificación a largo plazo vayan de la mano. Es fundamental que, como en la lección principal, las clases se planifiquen y se ejecuten como proyectos a lo largo de varias semanas (por ejemplo, el balonmano en séptimo). Así resulta más fácil para los alumnos, tanto los más pequeños como los mayores, recordar qué se hizo en la lección anterior. A medida que ven que se han hecho progresos ganan confianza en lo que hacen. Experimentan cómo adquieren destreza en sus movimientos gracias a la práctica y a la experiencia. Los alumnos pueden participar con más facilidad en las tareas y se sumergen en las cualidades especiales de los distintos ejercicios.
Para desarrollarse de forma saludable, los alumnos más pequeños pueden sacar provecho de imágenes reales, que les dan fortaleza interior. Las clases de deporte pueden hacerlo posible al incorporar los juegos y los ejercicios en imágenes o cuentos, en los que los niños interpretan diferentes papeles. Por lo tanto, la imagen o la historia pasa a ser la base de la acción, que los niños llevan a cabo sin pensar. ¡Qué ejercicios más maravillosos se pueden hacer así! Incluso la sesión de calentamiento gana efectividad cuando se anima a los alumnos a representar un papel en el marco de una historia.
Con alumnos mayores, la experiencia pasa a primer plano. No se trata de comunicar más contenido que luego hay que practicar, se trata de experimentar cómo el movimiento lleva a una mayor conciencia. Para el alumno individual, adquirir habilidades nuevas no es tan importante como cobrar conciencia de las habilidades que uno tiene y de cómo se están desarrollando. Como en cualquier otra asignatura, la clase de deporte puede y debería fomentar la individualización. El aprendizaje se refleja en lo que logra cada alumno. La tan lamentada heterogeneidad es aquí un objetivo deliberado de la clase. Es la condición previa para crear la capacidad de cooperar en el seno del grupo.
También debemos considerar la cuestión de cómo se estructura cada sesión. Un elemento importante que no debemos descuidar es el de “inhalar y exhalar”. Por supuesto, no nos referimos a respirar de verdad, pese a que en la clase de deporte, desde luego, eso reflejará claramente si una lección ha presentado un equilibrio sano o no. Como en las otras asignaturas escolares, debe haber un elemento de dar y recibir, de tensar y soltar, la interacción entre “lo exterior y lo interior”.
Tras haberse implicado emocionalmente en alguna unidad en concreto de la lección, los niños deben ser capaces de abandonarlas. Después de jugar a pillar como locos,, ¿logran los maestros calmar a los niños otra vez con un ejercicio más tranquilo y lento para frenar el ritmo de pulsaciones y ralentizar la respiración? Al terminar la clase, ¿tienen a mano un ejercicio o un juego en el que se pueda escuchar el vuelo de una mosca? ¿Existen ejercicios con movimientos tranquilos y controlados en los que se sumergen los alumnos? Solo es posible experimentar la cualidad de movimientos concretos cuando no solo existen juegos y ejercicios frenéticos y vigorosos, pese a ser importantes, sino también los que conducen a un aprendizaje tranquilo y concentrado. En este sentido, las clases de deportes tienen la misma importancia que las asignaturas cognitivas.
Steiner indicó a los docentes de la primera Escuela Waldorf los rasgos característicos del proceso de aprendizaje dividiéndolo en tres etapas, en el que la noche (es decir, el sueño) desempeña un papel importante. No se puede aprender algo nuevo el mismo día que el alumno lo descubre, sino que se debe enseñar de forma gráfica y vívida para que el material nuevo se pueda absorber de verdad en el siguiente paso. En la tercera etapa, al día siguiente, ha pasado a ser algo que se ha entendido, comprendido.
Los maestros de deporte también intentan tener en cuenta los tres pasos del aprendizaje. Como en general las clases tienen un ritmo semanal, la situación es completamente diferente de la de las lecciones principales que tienen una periodicidad diaria. En el caso de las clases de deporte, eso significa familiarizarse con un nuevo ejercicio (inmersión), en la siguiente lección profundizar la experiencia (práctica) hasta que finalmente se realiza y se consolida el movimiento (en el caso de los alumnos mayores, incluso que se ha entendido). Este es uno de los principales motivos para impartir la clase de deporte en forma de proyecto.
Cuando Steiner sentó las bases de la coeducación, estaba más interesado en el desarrollo de los niños que en la cuestión de la emancipación. Hoy día, nadie cuestiona que niños y niñas aprendan a tejer o coser juntos. Pero no sucede lo mismo con las clases de deporte. Muy a menudo, se separan los chicos de las chicas al empezar la pubertad. Muchos docentes Waldorf de deporte adoptan una actitud firme al respecto. Hay sólidos argumentos educativos por los que mantener juntos ambos sexos todo lo posible, y con docentes hombres y mujeres. Desde luego, para determinadas lecciones, o por periodos más largos de tiempo en una fase complicada de la pubertad temprana, tiene sentido separar por sexo, pero en general debería seguir siendo la excepción de la norma.
En las Escuelas Waldorf la clase de deporte, como ocurre con todas las demás asignaturas, es una de las piezas de un engranaje pedagógico más grande. No se trata de comunicar habilidades, hechos, competencias, sino más bien de crear una cierta atmosfera de aprendizaje para que el joven gradualmente se vaya convirtiendo en un individuo maduro, responsable, dispuesto y con ganas de contribuir a la sociedad. En el camino de hacerse adultos, chicas y chicos deberían aprender a hacer frente a situaciones en las que el contacto directo inicialmente puede resultar difícil y en los que los límites se pueden probar y fijar. El ámbito de la enseñanza del deporte no debe rehuir este reto.
Traducído pro Mercè Amat
Gerlinde Idler, nacida cerca de Viena en 1968, ha sido gimnasta y nadadora de competición. Trabaja en escuelas Waldorf de Austria y Alemania desde 1992. Actualmente trabaja en la Freie Waldorfschule de Friburgo - Wiehre (Alemania). Tiene un máster en ciencias de la educación , sociología y ciencias políticas así como en gimnasia Bothmer, dinámica espacial y ludoterapia. Es docente invitada en varios cursos de formación en Alemania y otros países. También es docente en Kasse/Friburgo para profesores de deportes que cambian de carrera.
Bibliografía
(1) Idler Gerlinde; Gerding, Lutz, Fundamental Aspects of Sports Lessons, Editorial Freies Geistesleben, 2018.
(2) Rudolf Steiner, El estudio del ser humano como base de la pedagogía, GA 293, Editorial Pau de Damasc, Barcelona 2018.
(3) Nach Rudolf Kischnick, Leibesübung und Bewusstseinsschulung, Zbinden Verlag, Basel 1989, S. 29.
(4) Rudolf Steiner, El estudio del ser humano como base de la pedagogía, GA 293, Editorial Pau de Damasc, Barcelona 2018, Conferencia de 30 de 8 agosto de 1919.
Llamamiento a donaciones
La traducción del libro de deporte para docentes Waldorf está en proceso. Sin embargo, aún quedan 7.500 € por cubrir para poder publicar la traducción inglesa.
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referencia: Übersetzung Sportbuch