¿Qué es el movimiento?
Los adultos hablamos del afán de moversede los niños. ¿Pero qué es exactamente este impulso? Cuando un niño está en movimiento, es autónomo a la vez que forma parte del mundo exterior. Esta aparente contradicción se puede resolver fácilmente considerando dos fenómenos. Al autocontenerse, una persona en movimiento se muestra a sí misma en su propio desarrollo individual. Este es el caso, en particular, del niño pequeño, especialmente durante el primer año, cuando el progreso es rápido. No se desarrolla únicamente el cuerpo del niño sino que también desarrolla su propia manera de moverse, lo que nos muestra cómo la individualidad espiritual se apodera y da forma al cuerpo que ha heredado. Cualquier alteración en el proceso de encarnación se detecta mejor cuando existe un trastorno motriz.
Al mismo tiempo, el mundo exterior se experimenta a través del movimiento. En su doctrina sobre los sentidos, que amplió para incluir doce, Rudolf Steiner señaló cómo experimentamos el mundo exterior como algo real a través de los sentidos. El sentido del movimiento desempeña un papel importante y nos ayuda a aprender sobre lo que está en nuestro alrededor. Este sentido, por supuesto, es especialmente importante para aprender a moverse.
Lo que conecta el yo interior con el mundo exterior es el cuerpo físico. No se trata solo de un límite y un lugar de encuentro, también es una parte del mundo exterior. Este exterior abarca todo lo material y lo viviente, personas incluidas. Con cada movimiento que hace, una persona actúa en este espacio exterior que a su vez reaparece en su yo interior. Incluso los movimientos de otras personas se reflejan en nuestros propios cuerpos, algo que se ha confirmado con el descubrimiento de las neuronas espejo. Son células nerviosas del cerebro que imitan las acciones de otras personas, como si el observador realmente las estuviera realizando y no únicamente viéndolas.
A menudo Rudolf Steiner menciona el hecho de que, por un lado, somos parte del mundo que nos rodea, lo que a su vez se refleja en nuestro interior. “… Con la parte de él que ve y reconoce, el Hombre siempre está fuera de su cuerpo y sus funciones corporales. Vive en el mundo material. Y el motivo por el que ve y reconoce algo es porque su experiencia de las cosas se refleja en su propio cuerpo” (1). En otro pasaje dice: “Con su ser espiritual, el Hombre realmente es parte del mundo que observa y lo ve de forma consciente porque su organismo lo refleja” (2).
Con cada movimiento, el niño ubica su propio ser en el mundo exterior del movimiento y lo hace su casa. Se experimenta a sí mismo en todos los objetos y la gente y aprende a entenderlos y a entenderse. Logra comprender a través de sus propios movimientos. Al mismo tiempo, los movimientos y las acciones de otras personas se reflejan en el cuerpo del niño. Se crea un vínculo con y un amor por el mundo y las personas que lo habitan. El movimiento ayuda al niño a desarrollar no solamente sus habilidades físicas sino también las sociales.
El sentido del movimiento
El sentido del movimiento se refiere al propio movimiento y no al de otras personas y siempre funciona conjuntamente con otros sentidos, a saber, la vista, el tacto, el equilibrio. El sentido del movimiento tiene el cometido de evaluar la ubicación de mi cuerpo en un lugar determinado y la posición relativa de mis extremidades. ¿Dónde está encima y debajo? ¿Cuál es el efecto de la gravedad en mi cuerpo? ¿Cuál es la posición de mi cabeza, mi trono, mis brazos y mis piernas? ¿Estoy de pie? ¿Sentado¿ ¿Tumbado? ¿Dónde están mis extremidades? ¿Dónde se encuentran en la sala y en relación las unas con las otras? ¿Dónde está el contacto con otro objeto? ¿Cuán tensos / relajados están mis músculos? ¿En qué dirección debo mover mi cuerpo para atrapar una pelota que vuela hacia mí y con qué fuerza deberán agarrarlamis manos?
Con este sentido del movimiento, puedo, por ejemplo, saber donde está mi mano en todo momento, aunque no se esté moviendo, aunque no la vea. ¿Cómo debo moverla para acercar un vaso de agua a mi boca? Casi nunca soy consciente de ello pero, sin este sentido, un movimiento intencionado sería imposible. El término médico para ello es batiestesia o sensibilidad profunda, también llamada percepción propioceptiva. Transmite información sobre la posición del cuerpo, el estado de tensión de músculos y tendones y cómo se mueven. Esto último también se llama cinestesia del griego kinein(mover) y aesthesis(sensación o percepción).
El movimiento con sentido solamente es posible cuando el sentido del movimiento está intacto. Sin él, el movimiento no podría superar la primera etapa y se descompondría en estremecimientos y espasmos separados descoordinados. Conocemos estos trastornos por la educación curativa.
Nuestro entorno nos proporciona condiciones muy variadas (un suelo blando o duro, tierra firme o agua) para nuestros cuerpos y movimientos. Debemos notar esas variaciones. Es nuestro sentido del movimiento el que nos permite adaptar el cuerpo para gestionar dichas condiciones variables.
Rudolf Steiner destaca: “Mediante los sentidos inferiores (a los que pertenece el movimiento, nota de la autora.), una persona puede sumergirse en el cuerpo físico y sentirse parte del mundo exterior” (3).
El sentido del movimiento es la herramienta con la que el yo lleva a cabo sus movimientos a lo largo de la vida, aprendiendo movimientos nuevos y corrigiendo los habituales. Así es como el niño mejora su poder de movimiento.
Desarrollar el poder del movimiento
El periodo embrionario
Para un recién nacido, el movimiento es una parte integral de la vida, pero empieza mucho antes. Desde aproximadamente la decimoctava semana en adelante, la madre puede sentirlo en su vientre. Gracias a las modernas ecografías, podemos observar los movimientos de niño casi desde el principio del embarazo. Tras siete u ocho semanas, es posible reconocer movimientos complejos y espontáneos por parte del embrión. Por lo tanto, podemos presumir que todo ser vivo que crece a lo largo de una fase embrionaria no solamente desarrolla su cuerpo físico, también su poder de movimiento. Desde el mismo inicio, el embrión experimenta tanto el espacio como en movimiento en una interacción intima. Y seguiremos encontrando esta interacción en el desarrollo posterior del niño.
Infancia
Tras el nacimiento, el niño hace frente a unas condiciones completamente diferentes a las anteriores. Está la fuerza de la gravedad, los entornos son ahora gaseosos y no líquidos, hay sensaciones cambiantes como el calor y la luz. Al principio podemos reconocer movimientos que hemos visto previamente, cuando el niño aún estaba en el útero. El acto de succionar (ahora al pecho) va acompañado de movimientos rítmicos del cuerpo, con brazos y piernas agitándose y pateando. Los reflejos postnatales se desatan por el movimiento del propio niño que, especialmente el bebé recién nacido, es como un gran órgano sensorial, que capta todos los cambios de su entorno anteriormente mencionados. Por lo tanto, todos sus movimientos se adaptan a este entorno nuevo.
Entre las cuatro y las seis semanas, se puede observar un gran cambio en el patrón de los movimientos, una lucha contra la fuerza de la gravedad. Especialmente cuando está tumbado boca abajo, el niño empieza a levantar su cabeza. Los ojos empiezan a explorar lo que está a su alrededor, se fija en los objetos y establece contacto visual con los padres. Se produce la primera sonrisa. En las semanas y meses siguientes, los movimientos individuales pasan a ser más independientes e intencionados, el cuerpo se esfuerza cada vez más por levantarse sostenerse a sí mismo y empezar a desplazarse.
Además, pasados tres meses, el bebé descubre que tiene manos, que primero observa con fascinación, antes de probar lo que pueden hacer y finalmente y deliberadamente agarrar objetos extraños y moverlos. De los seis meses en adelante, emerge la voluntad de moverse. El niño quiere acercarse y tocar lo que ve. Ahora con cada movimientopractica mantener el equilibrio a la vez que cambia de posición. A los nueve meses, la postura favorita del bebé para ver el mundo es erguido. Se impulsa hacia arriba siempre que puede. Inicialmente, para moverse, necesita sus manos para mantener el equilibrio (gateo). Aunque gatear es la etapa preliminar más habitual antes de levantarse y andar a trompicones, no es la única opción física. Hay muchas variaciones tanto individuales como culturales.
Tras aproximadamente doce meses, el proceso de levantarse y mantener el equilibrio así como el desarrollo de los huesos (en especial la pelvis y la columna) permiten que el niño dé sus primeros pasos. De ahora en adelante, no parará quieto, se moverá constantemente de una cosa a otra. Cualquiera que lo haya observado, sabe la alegría y el triunfo que irradia el niño en esta fase.
En su segundo año, el niño consolida y mejora su modo de moverse. Y cuanta más confianza adquieren sus extremidades inferiores, más libres están sus brazos y manos para la actividad, por ejemplo, jugar.
Hasta los tres años, el equilibrio y el paso estable mejoran aún más. Inicialmente, los movimientos de la pierna están guiados por el muslo, luego por la rodilla y la parte inferior de la pierna y a los tres años, el pie toma las riendas. Ya puede ir a pata coja y saltar. A medida que cada pierna es más estable, el niño experimenta las posibilidades de la pierna de apoyo / pierna libre. Las piernas ahora le van muy bien al niño, incluso cuando hay obstáculos como troncos de árboles que superar. Las manos, por su parte, se han convertido en herramientas para todo tipo de cosas que el niño quiere hacer. Estas habilidades se siguen mejorando en el cuerpo regordete pero armoniosodel niño.
Listo para la escuela
En sus primeros años, el cuerpo del niño se completa y esto va seguido de un periodo, entre los cinco y medio y los siete años, en el que se estira y se hace más largo. Al contrario que en la pubertad, en la que brazos y piernas crecen desde la periferia y por un tiempo de forma desproporcionada, el proceso, esta vez, es constante y armonioso. De repente, vemos cómo el niño ha crecido. Sus brazos y sus piernas son más largos y más esbeltos, el tronco se ha estrechado, la cabeza parece más pequeña en proporción y los rasgos faciales resultan más distintivos e individuales. Ha desaparecido la cara de bebé. Todo ello va acompañado de una curvatura más pronunciada de la columna en forma de S, una cintura más visible y unas articulaciones claramente definidas en los brazos y las piernas. El niño regordete se ha convertido en un escolar esbelto. La pérdida de la dentición de leche muestra que se ha acabado la infancia y que el niño ha asumido la formación de su propio cuerpo. Los dientes de leche han sido “sacrificados” en aras de unos dientes a los que él mismo ha dado forma.
Ahora el niño es mucho más hábil en sus movimientos. Las distintas partes del cuerpo se pueden mover de forma independiente. Para saltar, ya no se precisan los brazos para dar impulso. Pueden actuar a cierta distancia del tronco para lanzar y atrapar. Hay menos reflejos involuntarios. Las piernas se pueden mover de forma independiente para equilibrar y saltar. Los dedos se pueden utilizar por separado y la motricidad se hace más fina, lo que permite que el niño lleve a cabo movimientos específicos y diferenciados. Los movimientos son intencionados, tienen un objetivo (lanzar una pelota, mantener el equilibro en el tronco de un árbol, saltar a la cuerda…) y generalmente parecen alegres y ligeros.
A los nueve años
A los nueve y diez años, el cuerpo del niño se completa per segunda vez. El escolar que en sus primeros años parecía delicado ahora es más robusto, su torso se alarga y se ensancha. Con la coordinación rítmica de los brazos, las piernas y el torso, andar y correr se convierten en movimientos de máxima armonía. Lo que todavía les falta es la fuerza porque sus músculos son blandos y débiles. En este momento, a todos los niños les gustan los movimientos que requieren y mejoran sus habilidades y destreza.
Pubertad y adolescencia
Desde los doce hasta los trece años, tiene lugar la segunda fase de elongación. Las extremidades no crecen de forma armoniosa y el crecimiento empieza en la periferia. Primero crecen las manos y los pies, luego la parte inferior de las piernas y los antebrazos, y finalmente la parte superior de los brazos y los muslos. Al mismo tiempo, los movimientos se hacen torpes, como si las extremidades estuvieran descontroladas. Con una constitución más esbelta, los músculos de brazos y muslos resultan más visibles pero aun les falta para alcanzar su fuerza plena.
El movimiento no recupera la armonía hasta que este estallido de crecimiento de la pubertad finaliza. En ese momento, a algunos adolescentes les encanta moverse y sienten una fuerte necesidad de estar activos, mientras para otros es justo lo contrario. La forma distintiva de moverse de cada persona se manifiesta y alcanza su cénit fisiológico a los 21 años de edad.
Labor médica y pedagógica
Las habilidades motrices se desarrollan de acuerdo con las leyes adecuadas para cada edad, que permiten que el pediatra vea si el niño se está desarrollando de forma saludable o si existe cualquier retraso o unilateralidad en los movimientos. Los reflejos típicos de la infancia también retroceden. Si no lo hacen, es una señal que indica a los pediatras que algo va mal. La tarea del médico es detectarlo a través de la revisión prevista.
Pese a la regularidad, existe cierto margen para la individualidad a la hora de decidir cómo está progresando el desarrollo del niño. Tiene que ver con la velocidad y con la manera de la que se adquieren las habilidades motrices así como con la conducta cinésica y el desarrollo de la conciencia corporal. Cada niño lo personifica a su manera. Hay que tener cuidado al distinguir entre las desviaciones de la norma individuales y las patológicas.
Tanto para los docentes como para los padres, es importante saber qué tipo de habilidades motrices se esperan en cada etapa además de fijarse en cómo se desarrollan los progresos individuales y cómo se expresan. Las habilidades motrices que desarrolla cada niño por sí mismo y a su ritmo no deben ser ni dirigidas ni aceleradas por los adultos. Un proverbio africano dice: “La hierba no crecerá más rápido si tiras de él”. Ya por los años 30, el pediatra húngaro Emmi Pikler subrayó la importancia de crear un entorno seguro y adecuado a la edad en el que el niño pudiera moverse y jugar, de modo que pudiera adquirir sus propias habilidades y fortalezas. En los jardines de infancia Waldorf, el juego libre es parte de la rutina diaria y en los planes de estudio de las escuelas Waldorf se contemplan el movimiento, el juego y el deporte adecuados a cada edad a la vez que se atienden las necesidades individuales.
Traducido por Mercè Amat
Dra. Elisabeth Frank, nacida en Viena, es pediatra, especialista en medicina para adolescentes y psicoterapeuta. Durante 24 años ha sido médico de una escuela Waldorf en Viena y ha trabajado en una consulta pediátrica. Está casada, tiene dos hijos mayores y es abuela primeriza.
Bibliografía
(1) Rudolf Steiner, Coincidence, Necessity and Providence. Imaginative Knowledge and the Processes after Death (Zufall, Notwendigkeit und Vorsehung), GA 163, Rudolf Steiner Verlag, Dornach 21986, p. 74.
(2) Rudolf Steiner, Occult Reading and Occult Hearing, Rudolf Steiner Press London 1975.
(3) Rudolf Steiner, Anthroposophy: A Fragment From The Year 1910 (Anthroposophie – ein Fragment), GA 45, Rudolf Steiner Verlag, Dornach 2002, p. 32.
Bibliografía adicional
Karl-Reinhard Kummer, Zur Bewegungsentwicklung des Kindes, en: Merkurstab, Zeitschrift für Anthroposophische Medizin, 6/1989 y 1/1990.
Karl König, Die ersten drei Jahre des Kindes, Verlag Freies Geistesleben, Stuttgart 2017.
Bernard Lievegoed, Entwicklungsphasen des Kindes, J. Ch. Mellinger Verlag, Stuttgart 1995.
Gerhard Neuhäuser et al., Praktische Entwicklungsneurologie, Hans Marseille Verlag, München 1994.
Emmi Pikler, Lasst mir Zeit. Die selbstständige Bewegungsentwicklung des Kindes bis zum freien Gehen, Richard Pflaum Verlag, Múnich, 2001.
Giacomo Rizzolatti, Corrado Sinigaglia, Empathie und Spiegelneurone: Die biologische Basis des Mitgefühls, Edition Unseld, Verlag Suhrkamp, 2008.
Michael Steinke, Bewegungssinn und Gleichgewichtssinn. Anthropologische Grundlagen, Manuskript der Arbeitsgemeinschaft Heilpädagogischer Schulen auf anthroposophischer Grundlage, 1993.
Rudolf Steiner, Anthroposophie – ein Fragment aus dem Jahr 1910, GA 45, Rudolf Steiner Verlag, Dornach 52009.
–, Okkultes Lesen und okkultes Hören, GA 156 (1914), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 32003.
–, Zufall, Notwendigkeit und Vorsehung, GA 163 (1915), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 21986.
–, Von Seelenrätseln, GA 21 (1917), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 51983.
–, Allgemeine Menschenkunde als Grundlage der Pädagogik, GA 293 (1919), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 91992.
–, Heilpädagogischer Kurs, GA 317 (1924), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 81985.
Rudolf Steiner und Ita Wegman, Grundlegendes für eine Erweiterung der Heilkunst nach geisteswissenschaftlichen Erkenntnissen, GA 27 (1925), Rudolf Steiner Verlag, Dornach 82014.
Georg von Arnim, Die Bedeutung der Bewegung in der Heilpädagogik; en: Die Doppelnatur des Menschen, editado por Wolfgang Schad, Verlag Freies Geistesleben, Stuttgart.
Donaciones
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Referencia: Traducción Sportbuch