“Lo único que importa es el coraje. Incluso la persona más valiente a veces lo pierde y entonces tendemos a buscar programas, seguridad y garantías. El coraje requiere razón pero no es una criatura de la razón, proviene de capas más profundas.” Hermann Hesse
El coraje de prescindir de director, notas y especialistas
Hay innumerables ámbitos de la vida de las escuelas Waldorf en los que el coraje es absolutamente indispensable. Mencionaré solo tres ejemplos que yo mismo he experimentado muy intensamente como docente y en los que aun veo retos mayores para nuestro coraje, en concreto actualmente.
Cuando fundamos escuelas Waldorf en la República Checa tras la transformación política de 1989, a menudo escuchaba: «¿Un colegio sin director? ¡No puede funcionar!» Cuántas veces habré escuchado decir: «¿Clases sin libros de texto ni notas? ¡Imposible!» o bien, «¿Un docente enseña todas las asignaturas principales a lo largo de ocho años? ¡Impensable!» Eso es lo que los escépticos nos decían en público. Simplemente no se podían imaginar que algo así era posible. Las escuelas Waldorf han demostrado que funciona. Hoy día, una actitud escéptica como esta también se está extendiendo por el movimiento Waldorf.
Rudolf Steiner habla de cómo la gestión de la escuela es una actividad espiritual recíproca de los implicados y sustituye los «almohadones» de medidas externas. Si un director pone algo en marcha, es necesario un compromiso especial y «total corresponsabilidad» por parte de todos. Esta corresponsabilidad total para que todo se pueda desarrollar requiere coraje. ¿Estamos dispuestos a asumir toda la responsabilidad del colegio, a mantener la iniciativa? Eso tiene que ver con el coraje. No es posible que un director logre tener una posición de peso en claustros de docentes fuertes donde estas cualidades están vivas. Pero donde el coraje de asumir esta responsabilidad disminuye, tarde o temprano se establecerá una dirección por si misma.
De hecho es incomprensible y absurdo que tras siglos de crítica corrosiva, la práctica de las notas y las calificaciones haya logrado persistir en el sistema escolar público. Las notas son un elemento que va en contra de la auténtica enseñanza. Dar un número a un logro humano complejo viola la dignidad humana o es, como mínimo, un sinsentido.
La práctica de poner notas es incluso más absurda y vergonzosa en una escuela Waldorf. Parece que a la práctica los alumnos de la mayoría de escuelas Waldorf de secundaria de Alemania tienen notas. También hay cursos de formación de docentes Waldorf que o bien aceptan voluntariamente poner notas o se les obliga a hacerlo mediante procedimientos de acreditación.
Un ejemplo que tal vez está conectado con lo dicho anteriormente: hay «países Waldorf» de la vieja Europa donde las escuelas Waldorf hoy en día están casi asfixiadas por los exámenes regulares a sus alumnos. ¿No será todo eso prueba de una falta de coraje extendida y de que se está encajando? Lo que necesitamos en la batalla contra el dragón burocrático es audacia renovada.
Existe un periodo en la trayectoria de aprendizaje de una persona en el que se tiene la necesidad de admirar a una persona respetada, que esa persona la guíe en su aprendizaje. Este es aproximadamente el periodo que va entre el cambio de dentición y la pubertad. Durante esta etapa es importante que quien aprende experimente que el docente sabe juzgar el carácter, que está apasionadamente interesado en el mundo y que lo entiende, que tiene control sobre sí mismo y que se sigue formando.
Un docente así debe tener el coraje de renunciar a perfeccionar sus conocimientos y especializarse en una asignatura o curso concretos en aras de una relación universal con el ser humano y las cuestiones mundanas. Es el miedo lo que a veces nos impide progresar con nuestra clase a cursos superiores al final de la etapa media y a poner nuestra fe en las perspectivas indicadas anteriormente. La profesión del docente de aula se basa, entre otras cosas, en el coraje.
El coraje como metamorfosis de la voluntad
La voluntad humana es la fuerza del alma más misteriosa. Se expresa en la superación de la resistencia. Si nos fijamos en una expresión muy elemental de la voluntad humana (sostener un objeto) podemos estudiar esta característica. Cuando sostenemos una bolsa o cualquier otro objeto únicamente lo podemos hacer porque la acción de la voluntad se reactiva constantemente en los dedos, la mano y el brazo. Continuamente tenemos que aplicar la voluntad frente a la gravedad para evitar que flaquee.
La voluntad surge por sí misma de nuevo en cada momento, por lo tanto, es muy creativa. Difiere de cuando creamos una imagen mental o tenemos una sensación. Nuestras imágenes mentales representan factualmente el entorno externo. Las sensaciones tienen un carácter muy personal pero también muy reactivo. La voluntad es activa y la región del alma más interior e individual de todas. Ahí la gente es ella misma en su máxima expresión. El conjunto del carácter de una persona está conectado con esta región más interior e individual de su alma, su voluntad.
Si la voluntad gana fuerza y además está impregnada de impulsos espirituales, se expresa en nuestro carácter moral en forma de laboriosidad, diligencia, perseverancia, disponibilidad o también como coraje. El coraje es una característica particular de la voluntad espiritualizada y muestra cómo las personas pueden afrontar la oposición y superarla, cómo gestionan situaciones arriesgadas plagadas de incertidumbres y dificultades. Asimismo, gracias al coraje una persona puede resistirse a hacer algo (lo que se podría esperar de ella), refrenarse y negarse a realizar una acción. El coraje es la máxima expresión de lo individual y está conectado con la conciencia y el sentido de a responsabiliza; también está estrechamente vinculado a la iniciativa.
El motivo del coraje en El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía
El contenido del curso inicial sobre pedagogía Waldorf, El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía (1), está compuesto de una forma artística única. Imágenes y movimientos dinámicos, asombrosas figuras que forman motivos, ritmos y reflexiones sorprendentes que se revelan ante el ojo artístico en este texto. Al estudiarlo deberían observarse de cerca estos aspectos compositivos. Por eso, en la primera y la última conferencia de El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía el motivo del coraje aparece brevemente. Pero este motivo es parte de un marco esencial para el conjunto de nuestra comprensión educativa del ser humano.
El coraje aparece al inicio de El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía (2) como una de les tres cualidades puramente espirituales: la fuerza, el coraje y la luz. Las tres cualidades están conectadas con las acciones de seres superiores «a cuyas órdenes y bajo cuyo mandato cada uno de nosotros tendrá que trabajar» y que unen con las comunidades espirituales de personas.
El ángel da al individuo la fuerza necesaria. Si se amplifica esta fuerza que puede dar un ángel, surge el coraje. Es una sustancia que se forma entre las personas en un claustro de docentes cuanto están unidos en espíritu. La conexión que crea el coraje surge con la ayuda del anillo de arcángeles sobre de sus cabezas. El entusiasmo y el estímulo del trabajo educativo con los alumnos y para lograr efectividad social e influencia en la política educativa de la escuela surgen de las ideas y experiencias compartidas, de las conversaciones y de la colaboración. El coraje aparece aquí en el contexto social de una colaboración y una dirección colegiadas de la escuela, lo que hoy se vive como algo muy controvertido. El coraje se forma como producto de una construcción de comunidad práctica y espiritual. Hoy día, ¿dónde podemos ver en nuestros claustros de profesores esta forma de desarrollo del coraje?
El coraje se convierte en la sustancia de un recipiente que está bendecido por la «gota de luz del tiempo». Los actos de coraje despiertan el interés de los seres exaltados del Archai desde la esfera de luz. El coraje se afirma, refuerza y confiere. El poder penetrante de un hecho llevado por un coraje espiritual se amplía. Ocurren milagros. Situaciones que racionalmente parecen encalladas, perdidas e intratables se resuelven por sí mismas: «El coraje se convierte en un poder redentor». (3)
Al final de El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía (4), el coraje vuelve a aparecer como la cualidad media de un total de tres: la capacidad de imaginación, el coraje para la verdad y el sentido de la responsabilidad para con la verdad. Si la primera trinidad se elevara a dimensiones superiores del mundo espiritual, entonces esta otra trinidad se transpone en el espacio del alma del docente. El coraje aparece aquí como componente de las fuerzas del alma que se desarrollan a través de la autoeducación. El coraje como fuerza sólida en el carácter de nuestro corazón y nuestra mente (intrepidez) está vinculado a la búsqueda de la verdad; es decir, con la vida de pensamiento cognitivo. Su labor es superar la inseguridad que paraliza la voluntad.
El poder penetrante de la forma antroposófica de mirar el mundo se basa en experiencias que se asientan cuando estudiamos vigorosamente la antroposofía y reflexionamos sobre ella en nuestros corazones. La antroposofía nos guía persistentemente hacia los límites de la experiencia realizada por medio de los sentidos físicos y va más allá de este umbral a los hechos puramente espirituales para los que ya no hallamos soportes en el exterior, como por ejemplo la vida antes del nacimiento y tras la muerte.
Sin un esfuerzo considerable de voluntad para estudiar y procesar las explicaciones de la antroposofía en nuestro pensamiento, nos sentiremos como si estuviéramos perdidos, como si hubieran quitado el suelo de debajo de nuestros pies. Las cosas que usábamos como guías hasta entonces aquí han perdido su validez. Estas experiencias también se pueden describir como estados de miedo y ansiedad. Solo se pueden superar con coraje cognitivo. Este coraje surge mejorando el poder cognitivo que mediante actividad interior forma un fundamento existencial firme y seguridad en su seno.
Como consecuencia de este coraje cognitivo aparece una nueva vigilia: «Este coraje les mantendrá despiertos; el abatimiento puede mandarles a dormir por sí mismo. La voz admonitoria para armarse de coraje, es [...] la versión de la antroposofía en vida actual de nuestra cultura.» (5). Despertamos a nuevos aspectos del mundo y del ser humano.
La situación se puede comparar a la experiencia de cuando entramos en el agua y en algún momento ya no notamos suelo firme debajo de nuestros pies. Tenemos que empezar a nadar. Los miedos existenciales afloran en este momento. ¿Estoy perdido? ¿Me hundiré? Debemos adaptar los movimientos con calma al nuevo elemento, al agua, y luego avanzamos. Si persistimos, tenemos la sensación de refrescarnos, de crecimiento de una nueva fuerza y habilidad.
El Dr. Tomáš Zdražil ha estudiado historia de la ciencia, archivística y pedagogía en la Universidad Carolina de Praga. Tras estudiar pedagogía Waldorf y publicar su tesis doctoral La promoción de la Salud y la Pedagogía Waldorf, ha trabajado durante 14 años como docente de aula, docente de secundaria y de lengua extranjera en la escuela Waldorf Semily en la República Checa.
Actualmente, Zdražil es profesor de la Freie Hochschule Stuttgart (Alemania) y se ha especializado en los fundamentos antropológicos y antroposóficos de la pedagogía Waldorf. Además, trabaja para la asociación de escuelas Waldorf en la República Checa y es miembro del Foro Internacional para la Pedagogía Steiner/Waldorf.
Traducido pro Mercè Amat
Bibliografía
(1) Steiner, R. (GA 293): El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía, Madrid: Editorial Rudolf Steiner.
(2) ibid., Conferencia 1
(3) Steiner, R. (GA 267): Soul Exercises. Great Barrington: Steiner Books., pág. 75.
(4) Steiner, R. (GA 293): El Estudio del Hombre como base de la Pedagogía, Madrid: Editorial Rudolf Steiner, Conferencia 14.
(5) Steiner, R. (GA 233) La historia universal, Madrid: Editorial Rudolf Steiner, pág. 158 (en la versión inglesa).