Mensajes de advertencia de parte de los trabajadores tecnológicos.
Una reciente edición especial de la revista de fin de semana de The Guardian, presentó a varios diseñadores y desarrolladores de productos que han comenzado a alzar la voz respecto a los peligros y consecuencias no intencionales de las innovaciones tecnológicas, en especial de los smartphones. En un estudio reciente, Justin Rosenstein ha encontrado que la sola presencia del smartphone, incluso apagado, daña la capacidad cognitiva. «Todos están distraídos. Todo el tiempo.» (1)
Un ex-empleado de Google, Tristan Harris, ofreció una charla TED en Vancouver, en la que dijo, «Todos estamos dentro del sistema. Todas nuestras mentes pueden ser secuestradas. Nuestras elecciones no son tan libres como pensamos. No hay problema más urgente que este. Está cambiando nuestra democracia, y está cambiando nuestras conversaciones y las relaciones que queremos establecer los unos con los otros. » (2)
Loren Britcher, quien diseñó el algoritmo para la característica de «refrescar» que se utiliza en muchas aplicaciones, reconoce que «los smartphones son herramientas útiles, pero son adictivos.» «Yo tengo dos hijos y me lamento de cada momento en que no les estoy prestando atención porque mi smartphone me ha atrapado.» (3)
La economía de la atención
La atención es un factor primario tanto en la paternidad como en la educación. Hablamos de «poner atención», comportamientos que “buscan llamar la atención”, y «déficit de atención», por ejemplo. De forma general, la atención puede reconocerse como una función constitucional fundamental de la consciencia humana.
Cuando estamos en línea, nuestra libertad de elección sobre a qué poner atención puede ser más ilusoria que real, en parte porque los intereses de otros suelen guiarnos y moldearnos, tanto o más que nuestros propios intereses.
La economía de la atención es el título de un libro de los autores Thomas Davenport y John C. Beck escrito en 2001, pero los autores atribuyen el concepto original a Herbert Simon, un economista e ingeniero en computación, que escribió lo siguiente en 1971.
«En un mundo rico en información, la abundancia de información significa la muerte de algo más; la escasez de aquello que la información consume. Lo que la información consume es bastante obvio: consume la atención de los receptores. Así, la abundancia de información crea escasez de atención y la necesidad de asignar esa atención de forma eficiente.» (4)
En las siguientes décadas la limitada atención de los consumidores ha sido reconocida como un recurso cada vez más valioso en la era de la información, en especial para los negocios en línea. Todos podemos atestiguar cómo frecuentemente la publicidad tentadora y los titulares interrumpen nuestras sesiones en línea. Podríamos incluso decir que nuestra atención se ha vuelto una mercancía, de forma similar a la forma en que la mano de obra comenzó a considerarse una mercancía durante la revolución industrial.
Matthew Crawford respalda este punto de vista en un artículo del NY Times que escribió en el 2015. «La atención es un recurso; y cada persona tiene una cantidad limitada de ella. Y, aun así, hemos cedido más y más de los espacios públicos a los intereses comerciales privados, con sus constantes demandas de mirar a los productos o de simplemente absorber sus mensajes corporativos. Últimamente, nuestros irruptores auto-infligidos han abierto una nueva frontera del capitalismo, completa con su propia ética fronteriza: descaradamente escarbar y poner precio a cada fragmento de espacio privado de nuestras cabezas, apropiándose de nuestra atención colectiva. En el proceso, hemos sacrificado el silencio –la condición de no ser atendidos. Y tal como el aire limpio nos brinda la posibilidad de respirar, el silencio nos brinda la posibilidad de pensar. ¿Qué pasaría si considerásemos a la atención en la misma forma que consideramos el aire o el agua, como un recurso valioso que tenemos en común? Tal vez, si pudiéramos imaginar el espacio de atención como “atención comunitaria”, entonces podríamos idear cómo protegerla.»(5)
Davenport y Beck se refieren a la atención «como la nueva moneda de los negocios», pero su enfoque es fundamentalmente desde el punto de vista de las consecuencias psicológicas y organizacionales de empleados que se sienten abrumados ante un desequilibrio entre información y atención disponible y de la importancia de la administración de la atención.
Describen cuatro síntomas de Desorden por Déficit de Atención organizacional.
Incremento en la probabilidad de que la información clave pase desapercibida en el proceso de toma de decisiones.
Disminución en el tiempo de reflexión ante todo excepto el correo electrónico, etc.
Dificultad para mantener la atención mutua sin tratar de deslumbrar al otro.
Disminución en la habilidad para concentrarse cuando es necesario. (6)
Cuando compartí estos síntomas con un grupo de educadores, ellos estuvieron de acuerdo en que los cuatro podían describir los problemas de aprendizaje que se observan en alumnos de nivel primaria y secundaria.
¿Qué le pasa a la capacidad (en desarrollo) del niño de dirigir conscientemente su propia atención, cuando la atención de los adultos y los alumnos mayores está dividida, distraída o incluso deficiente, como se ha descrito?
Atención y presencia
Solíamos hablar de la importancia del «tiempo de calidad» con nuestros hijos. Ahora, inmersos en nuestra vida multitareas y ultra ocupada, necesitamos estar cuidadosamente conscientes de la calidad de nuestra atención. ¿Estamos completamente presentes o estamos ofreciendo sólo un cascarón de nosotros mismos?
El nivel de una conversación o interacción entre dos personas depende en gran medida de la calidad de atención que se brindan entre sí. ¿Existe un genuino interés por conectarse? ¿En qué medida estamos escuchándonos? Todos hemos vivenciado el fingir ser sociales, mientras estamos preocupados por pensamientos, sentimientos o planes que no tienen nada que ver con lo que está sucediendo en el momento.
Esto es particularmente delicado en una conversación entre un adulto y un niño. Un cónyuge que no tiene la atención completa de su pareja puede hacerlo ver y lograr la participación más plena. Es raro que un niño pequeño pueda hacer lo mismo. Puede emberrincharse, pero si la razón no es reconocida, es poco probable que logre una resolución satisfactoria para el niño o para el adulto.
Fui testigo de un niño de cuatro años al decir, de forma sorprendentemente sabia y autoritaria, a su padre, quien miraba su teléfono celular para ver quién le había enviado un mensaje, «¡Apaga tu teléfono, papá!» El objetivo fue claro: «Te estoy hablando.» El padre apagó el teléfono, por supuesto.
Durante mis muchos años como maestra de niños pequeños, tuve la oportunidad de observar muchas interacciones entre niños y adultos. Un niño pequeño puede percibir inmediatamente si alguien “está en casa.” Típicamente, el niño primero se relaja y luego se agita más. ¡La imagen que mejor captura lo que puede suceder es aquella del largamente ausente sol de primavera al salir de una nube! Los niños que perciben la atención consciente, generosa y completamente presente de los adultos que les rodean se sienten afirmados en su activa devoción a la vida y se sienten apoyados para entrar con mayor firmeza en su propio ser.
Imitación en los años formativos tempranos y más allá
La razón por la cual nuestra atención es el factor más crítico en la vida de un niño pequeño es que la forma en que un niño pequeño aprende todo en los primeros siete años de vida es a través de la imitación. Rudolf Steiner caracteriza al niño pequeño como un órgano sensorio integral, de tal forma que los niños pequeños integran en sí mismos todo lo que les rodea, en especial todo lo relacionado con los seres humanos con quienes tienen contacto diario. (7) Desde esta perspectiva, me parece claro que la calidad de la atención de las personas con quienes un niño interactúa regularmente tiene sin duda una influencia en el niño, especialmente antes de los 7 años de edad, cuando su capacidad de imitación es más fuerte.
La Dra. Michaela Glockler ofreció una conferencia en Seattle en junio de 2017 en la que habló acerca de la relación entre las experiencias fundamentales en los primeros tres años de la vida de un niño y los tres principales retos de salud y educación en los niños mayores y los adolescentes. Estableció una correlación entre los problemas de atención deficiente con una atención concentrada o enfocada en el primer año de vida; los problemas de depresión y agresión con la falta de una atmósfera de paz para la escucha en el segundo año de vida; los problemas de adicciones y dependencias con una falta de sentido de aceptación, o de tener un espacio interno en el cual sentirse en casa durante el tercer año de vida.
Estos pensamientos, además de muchas de las investigaciones recientes, sin duda subrayan la importancia de los fundamentos de los primeros años. Creo que la degradación de la calidad de nuestra atención y su efecto en nuestros niños es un área que merece mayor estudio, pues bien puede jugar un papel en muchos de los retos y dificultades antes descritos, a los que se enfrentan los niños en nuestra sociedad hoy.
Atención y ritmo
La atención no significa el estar concentrados exclusivamente en los niños en todo momento. Ese tipo de atención tiende a ser abrumadora y no es necesariamente una buena ayuda para el desarrollo del niño. Nuestra atención, como nuestra respiración, debe ser rítmica y adecuada a lo que demanda la situación.
Algunas de nuestras actividades requieren que estemos alertas y otras podemos realizarlas sin estar tan enfocados, como cuando algo nos es muy familiar o repetitivo. El ritmo de concentrarnos y soltar nuestra concentración es normal y saludable.
Con el niño pequeño, alternamos sus tiempos de atención plenamente presente con los tiempos en que el niño es libre de estar completamente atento a sus propias actividades. Existen también tiempos en que estamos inmersos en actividades lado a lado. En este caso nuestra atención tiene una cualidad de mayor fluidez, por ejemplo, cuando caminamos, cocinamos o trabajamos en el jardín juntos.
Muchos psicólogos, doctores y educadores recomiendan que existan recámaras sin pantallas en el hogar, y tiempos totalmente libres de pantallas en el día y la semana. Estas sugerencias, si se incorporan a la vida de los hábitos familiares, pueden ser de enorme apoyo en la creación de ritmos saludables para padres e hijos.
La reeducación de la atención
Georg Kuhlewind, en De normal a saludable, describe las diferencias entre las percepciones de un niño y un adulto.
«Sobre todo, la percepción en un niño se fundamenta mucho menos en los conceptos predeterminados, ya que éstos aún no se han formado. Es por esto que la actividad de los sentidos es más intensa; todo debe observarse, tocarse y escucharse. Además, esta intensa actividad sensoria está aún entretejida con el mundo de los sentimientos, y los sentimientos son en parte cognitivos; esto es realmente sentir, sentir hacia fuera, y no el auto-sentimiento del adulto. La maravilla del descubrimiento y la maravilla de la experiencia mental están aún unidas. La capacidad de la atención devota es mucho mayor en los niños que en los adultos, y es así en la medida que el niño aún no dirige su atención hacia sí mismo de forma egoísta. La experiencia psíquica es multicolor y multilateral, y puede caracterizarse como jubilosa. El júbilo no se aplica al objeto de percepción, sino a la percepción misma. O bien, la percepción no está aún tan separada del objeto como en los adultos.» (8)
Un rico tapiz de percepciones sensorias, sensibles y cognitivas, que se orientan al exterior y no son egocéntricas, puede surgir de la atención devota. Esta forma de ser y atender al mundo, que es completamente natural en el niño pequeño ¡es el objetivo consciente de muchos adultos sensibles!
Con este fin, Kuhlewind nos ofrece 3 consejos relevantes: 1) La valiosa experiencia práctica de la libre voluntad puede obtenerse aprendiendo a concentrar nuestra atención. 2) La intensidad de nuestras percepciones sensorias puede fortalecerse «con atención ligera y cuidadosa.» 3) Estas dos prácticas pueden ayudarnos a transformar nuestra adicción cultural a placeres externos y pasivos en júbilo creativo y artístico. (9)
La atención es importante en la práctica de la consciencia plena (mindfulness), pero no es menos importante en la vida diaria, de acuerdo con las investigaciones del psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi. Csikszentmihalyi estudió inicialmente a individuos especialmente creativos y artísticos y acuñó el término «flow» (fluir) para resumir lo que sus experiencias óptimas tenían en común. En un estudio subsecuente, documentó las historias de personas ordinarias que también encontraron “flow» en muchos aspectos de sus vidas, incluyendo trabajo, pasatiempos y relaciones.
Czikszentmihalyi caracteriza el «flow» como un estado de completa inmersión en una actividad que es intrínsecamente satisfactoria y eleva el curso de la propia vida a un nivel diferente. La intensa absorción que sucede en dicho estado se parece más al júbilo por el júbilo mismo del niño pequeño que al placer típico. «Lo importante es disfrutar la actividad por sí misma y saber que lo que importa no es el resultado, sino el control que se está adquiriendo sobre la propia atención.» Czikszentmihalyi sostiene que, aunque suele ser difícil cambiar las circunstancias de la propia vida, el cambiar el foco de atención, y de esta forma los contenidos de la propia consciencia, es una forma mucho más segura de lograr un sentido de satisfacción.
Nuestros niños no sólo se benefician de la atención que les ofrecemos directamente, sino también de ser testigos de la calidad de atención que cultivamos en nosotros mismos, incluyendo nuestro interés por los demás y por el mundo que nos rodea.
Atención como amor
La atención y la consciencia son temas omniabarcantes, y es de ayuda el poder estudiarnos a nosotros mismos además de trabajar con los estudios e investigaciones de otros. Ya he descrito algunas de mis experiencias con niños pequeños.
En el transcurso de esta exploración, también he comenzado a comprender que, ya sea que uno sea el receptor, el que ofrece o el que comparte una experiencia con otros, la atención en todo el sentido de la palabra involucra todas nuestras facultades anímicas –pensamiento, sentimiento y voluntad. Mary Oliver, la poeta, escribe, «La atención sin sentimiento… es sólo información.» (11)
Simone Weill, la filósofa, activista y mística francesa, escribió de forma fascinante sobre el papel que juega la atención en la educación y la vida.
«El poeta produce algo hermoso fijando su atención en algo real. Es lo mismo con un acto de amor. Saber que este hombre que está hambriento y sediento existe realmente, tanto como yo –eso es suficiente, lo demás sucede por sí mismo.» «Los valores auténticos y puros –verdad, belleza y bondad- en la actividad del ser humano, son el resultado de uno y sólo un acto, una cierta ejercitación de la atención completa al objeto. La enseñanza no debería tener otro objetivo que el de preparar, a través del entrenamiento de la atención, la posibilidad de un acto tal.» (12)
Apoyando las fuerzas de vida y crecimiento
El peligro de que nuestra atención sea cooptada por valores e intereses ajenos y, por tanto, influya significativamente en nuestras vidas y las de nuestros niños parece bien fundado. Algunos de los jóvenes que conozco están comenzando a hacerse conscientes de la necesidad de administrar deliberadamente su uso de los medios, pero parecen ser la excepción.
Si padres y maestros estamos dispuestos a observar nuestros propios hábitos de atención y tratamos de ser modelos saludables para nuestros niños, es posible preservar e incluso fortalecer nuestras mejores capacidades humanas.
Holly Koteen-Soule ha sido educadora de primera infancia en Seattle durante 25 años y formadora de educadores desde 1997. Actualmente es directora del Sound Circle Program y coordinadora de magisterio en WECAN. Además es miembro de la junta de WECAN y del Pedagogical Section Council de los EE.UU.
Traducido por Mercè Amat
Bibliografìa
[www.theguardian.com/technology/2017/oct/05/smartphone-addiction-silicon-valley-dystopia?CMP=fb_us]
Ibid
Ibid
Simon, Herbert, «Designing Organizations for an Information–Rich World» en The Economics of Communication and Information, Edward Elgar, 1997.
Crawford, Matthew, [www.nytimes.com/2015/03/08/opinion/sunday/the-cost-of-paying-attention.html?_r=0.] Crawford es autor del libro, The World Beyond your Head: Becoming and Individual in the Age of Distraction, Farrar, Strauss y Giroux, 2015.
Davenport, T and Beck, J. The Attention Economy, pág. 7, Accenture, 2001.
Steiner, Rudolf, The Kingdom of Childhood, pág 18, Anthroposophic Press, 1995.
Kuhlewind, Georg, From Normal to Healthy, pág 142, Lindisfarne Press, 1983.
Ibid, pág. 143.
Csikszentmihalyi, Mihaly, Finding Flow, pág. 129, Basic Books, 1997.
Oliver, Mary, Our World, Penguin Random House, 2007. Esta cita fue extraída del siguiente fragmento de la elegía en fotografías y memorias de la pareja de Oliver, Molly Malone: «Con frecuencia se ha señalado que mis escritos hacen hincapié en la noción de la atención. Eso empezó de forma sencilla: viendo que un destello volátil es muy diferente a una sombra que juega con el aire dorado del verano. Notar esas cosas me producía placer y era un buen primer paso. Pero más tarde, fijándome en cómo M. fotografiaba y observándola en la sala oscura, y especialmente que ver la intensidad y la apertura con la que trataba a sus amigos, y forasteros también, me enseño qué es la auténtica atención. La atención sin sentimientos, empecé a aprender, es un mero informe. Si lo que importa es la atención, es preciso una apertura, una empatía. M. tenía apertura y empatía en abundancia y la daba generosamente… Yo tenía entre veinte y treinta años, y lleno de mi propio sentido de pensamiento y presencia. Estaba ansioso de abordar el mundo de las palabras, dirigirme al mundo con palabras. Y luego M. me inoculó esa forma más profunda de ver y trabajar, de ver a través de lo divinamente visible, lo invisible. Siempre pienso en esto cuando miro sus fotografías, las imágenes de vitalidad, esperanza, perseverancia, amabilidad, vulnerabilidad… Cada uno de nosotros tenía naturalezas separadas; sin embargo, nuestras ideas, nuestras influencias recíprocas se convirtieron en una confluencia rica y permanente».
Weil, Simone, Gravity and Grace, pág. 119-120, Routledge Classics, 2002.