El entorno y el desarrollo escolar
Kusi Kawsay es una pequeña escuela Waldorf de Pisac, Perú, en el valle sagrado de los Incas. Gran parte de las familias, mayoritariamente indígenas, son pobres. La escuela fue fundada por un grupo de indígenas formados y con confianza en sí mismos. Buscaban un sistema escolar para sus hijos que promoviera sus raíces culturales y la confianza en ellos mismos, así como el pensamiento libre. Incluso en la sociedad peruana actual predomina un racismo sutil pero dañino para con los indígenas que puede redundar en violencia en las escuelas públicas.
Una de las principales preocupaciones de los fundadores de la escuela era incluir la cosmovisión andina en el currículo Waldorf. En este contexto, se planteó la cuestión de si era oportuno festejar San Martín, celebración cristiana de Europa, en unas condiciones culturales y climáticas completamente distintas. La historia negativa de la población indígena respecto a la iglesia católica otorgaba un peso adicional a la cuestión.
La cultura indígena ancestral de celebraciones y rituales refleja una conexión respetuosa de los seres humanos con todos los seres visibles e invisibles de la naturaleza. "Ayni," que aquí solo podemos traducir de forma insuficiente como “reciprocidad”, es esa actitud básica hacia la naturaleza animada por la que, a modo de ejemplo, se dedican nombres y ofrendas a lugares y montañas, incluyendo a los seres locales invisibles.
Por consiguiente, la escuela reavivó el ciclo ancestral de celebraciones, orientado al calendario solar y al ritmo de las estaciones agrícolas con el objetivo de restaurar la relación sustancial de los ancestros con la naturaleza, a la vez que se encamina a los alumnos al pensamiento libre, la autonomía y la confianza en uno mismo. Los bloques de docencia también se reconciliaron con este ciclo ritual.
La Ofrenda a Allpa Mama
A modo de ejemplo, me gustaría describir algunos detalles del ritual “ofrendas a la Madre Tierra” que viví en Kusi Kawsay. Estamos a principios de agosto, invierno en los Andes. La tierra está en barbecho y se percibe necesitada y débil. Los alumnos se juntan alrededor de la plaza central, un área parecida a un pequeño anfiteatro con gradas de piedra. En el centro, sentado en el suelo, se halla, ataviado con un traje indígena, un sabio viejo que hace las veces de maestro de ceremonias. Conduce una ceremonia de que consta de varias partes sentado en una manta ritual, en la que va construyendo una especie de mandala con hojas de coca (una planta medicinal andina), semillas, frutas, flores, pinturas, hebras y también fideos, incluso billetes de banco fotocopiados y estrellas de plástico brillantes como imagen del cielo estrellado.
Antes, la manta y tres hojas de coca han pasando por las manos de los alumnos y los profesores que han dedicado tres buenos deseos a la Madre Tierra y a la escuela. Al terminar el ritual, se dobla la manta y se anuda ceremoniosamente. El viejo hombre sabio la lleva a un lugar sagrado de las montañas donde se quema. En esta última parte del ritual, las ofrendas y los deseos pueden tener un doble efecto curativo para la “Allpa Mama” (Madre Tierra): al convertirse en humo conectan con la “respiración de la tierra”, el aire; al convertirse en cenizas conectan con el cuerpo físico de la tierra.
Un resumen de las celebraciones anuales
Pukllay (“juego” en quechua) es la fiesta más alegre del ciclo festivo andino. Es la fiesta de la fertilidad y la abundancia, del amor y la alegría de vivir. Se celebra a lo largo de varios días durante la estación de las lluvias (enero – marzo) cuando la naturaleza florece de nuevo tras la estación seca con danzas, música y el vestido tradicional.
La Cosecha se celebra en otoño, cuando termina la época de lluvias y los niños hacen la cosecha de sus pequeños campos. En la sociedad andina, trabajar en los chakras (campos) es esencial y en la educación tradicional de los niños, incluso los de parvulario, tienen sus chakritas (campos pequeños) y participan en estas celebraciones.
Chakana (Cruz del Sur) se celebra en mayo. El cielo nocturno tenía una importancia especial para los andinos. Se veneraba especialmente la “Cruz del Sur”. Originariamente, la fiesta estaba dedicada a esta constelación. Los adultos la celebran en su sentido original con una caminata nocturna por las montañas. En la escuela, se celebra el 3 de mayo con una observación conjunta de las estrellas y una fiesta nocturna.
Inti Raimy (solsticio de invierno) es la fiesta más grande del ciclo andino. Y se celebra a lo largo de varios días, entre el 19 y el 23 de junio. Se invitan indígenas de otros países. Es una fiesta con bailes rituales y una gran hoguera dedicada al sol, que en invierno se percibe necesitado y pequeño. En el sentido de "Ayni" (reciprocidad), por lo tanto, se otorga una nueva fuerza al sol, para que la primavera pueda volver a ofrecer su fuerza a la tierra. Inti Raimy es también el principio del nuevo año para los pueblos andinos.
La Ofrenda a la Allpa Mama (Madre Tierra) es la fiesta del mes de agosto (invierno) descrita anteriormente. Anticipándose al nuevo ciclo de fertilidad que se aproxima, la gente brinda sus deseos y ofrendas a la tierra en agradecimiento. “Ayni” en este caso va dirigido a la tierra. La Ofrenda a la Allpa Mama es una celebración más bien tranquila e introvertida.
Tarpuy (siembra) se celebra en septiembre, justo antes de la estación lluviosa. El primer día se riega la tierra, el segundo se cava, y el tercero se fertiliza. Invitados procedentes de aldeas indígenas de zonas más altas de los andes bajan para la celebración subsiguiente y bendicen las semillas de los niños. Luego se van poniendo tres semillas juntas a la tierra: una para que se seque, una para que se deteriore y otra para que crezca.
Los Machulas (ancestros) es una celebración del mes de noviembre, en la que se veneran tanto a los ancestros directos como a los mitológicos. Un maestro dice: “En los Andes, los muertos están vivos. Durante estos días, salen de la tierra y comparten la vida con nosotros.” Por eso, los adultos suben a las montañas y bailan con máscaras rituales. Un maestro habla de la mitología entorno a los ancestros: "Los primeros hombres primitivos gigantes vivían solo a la luz de la luna. Un día, salió el sol y los cegó a todos y escaparon dentro de la tierra. Más tarde, de esos agujeros de la tierra, aparecieron personas más pequeñas, que habían tomado vida a partir de las plantas, los lagos las montañas… de todo. Por eso, todo lo que vive… puede escuchar… sentirse triste o feliz.”
Perspectiva
Los fundadores de la escuela tienen una imagen clara de cómo encaminar a los niños indígenas hacia la confianza en uno mismo, la autonomía y el pensamiento libre de hoy. Un fundador comentó que el calendario solar agrícola requiere una observación detallada de los fenómenos naturales y por lo tanto permite que los alumnos se fijen en lo real. Otro fundador mencionaba la educación digna y el hecho de orientar hacia la consciencia propia son elementos importantes de la pedagogía Waldorf para la sociedad indígena oprimida. Curiosamente “pachankiri”, que significa “ser un humano independiente”, también está presente en la cosmovisión andina.
Cuestiones importantes
¿Está el movimiento Waldorf abierto a las tradiciones indígenas? ¿Podemos contrarrestar las tenencias coloniales en el movimiento Waldorf? Un docente de la Kusi Kawsay nos describía la fundadora de la escuela: “X nos enseñó a pescar, pero no nos enseñó el proceso de pescar.” Para mi, esta frase da en el meollo de la cuestión: no basta con transmitir la metodología o el contenido de la pedagogía Waldorf. Es fundamental que se trabaje simultáneamente con profesores locales sobre cómo adaptar la forma y el contenido a la cultura y el entorno locales.
Fue preciso mucho coraje para que los maestros Kusi Kawsay se libraran de las tradiciones Waldorf establecidas y buscaran independientemente en su entorno natural y cultural. Rudolf Steiner también destaca la importancia del entorno local para el niño. Creo que para los que trabajan en escuelas internacionales Waldorf, seleccionar criterios adecuados para cada escuela y cultura seguirá siendo un reto.
Vera Hoffmann es maestra tutora desde hace 25 años. Actualmente trabaja en Suiza. Durante siete años fue la directora de una pequeña escuela Waldorf multicultural en España. Durante esta etapa, la escuela se alejó de sus orígenes centroeuropeos para convertirse en una escuela de habla española. A Vera le interesan particularmente los cambios dentro del movimiento internacional Waldorf. Es una entusiasta de los avances que permiten analizar las tradiciones y los hábitos, que tienen en cuenta las necesidades contemporáneas y las circunstancias locales y que exploran nuevos métodos pedagógicos Waldorf. En su clase actual hay familias de doce nacionalidades distintas, cuatro continentes y tres grandes religiones. Vera intenta hacer efectivo el interés por su propia clase a pequeña escala.
Traducido por Mercè Amat