«No somos en absoluto Yo, pero podemos y debemos convertirnos en Yo. Debemos transformarlo todo en un Tú, en un segundo Yo. Solo así podremos elevarnos en un gran Yo» (Novalis) (1)
La forma del todo
La teoría de la comunicación moderna ha sido investigada a fondo y existe mucha literatura publicada sobre la cuestión. La literatura hace referencia sobretodo a los aspectos conscientes de conversaciones, lo que conocemos como el «aspecto diurno». No obstante, el día no puede existir sin la noche. La noche es lo oculto, la parte subconsciente de nosotros. La comunicación (como la vida) está radicada en ambos lados. Solo si somos conscientes de los dos, si creamos una entidad completa, podemos percibir la forma real de una conversación y se hace visible un proceso rítmico polar. Considerar algo de esta forma no es para nada inusual porque, para empezar, bastantes procesos presentan una forma polar o dual. Pensemos en el ejemplo de la luz y la oscuridad o la simpatía y la antipatía. Únicamente podemos ver el conjunto si percibimos ambos lados. Como dijo Rainer Maria Rilke:
«Como la luna, tiene ciertamente la vida una cara siempre vuelta contra nosotros que no es su contrario, sino su complemento para la perfección, para la integridad, para la sacra y plena esfera y globo del ser». (2)
Solo si percibimos el todo, la entidad completa es posible ver «la integridad, (…) la sacra y plena esfera y globo del ser».
Cada conversación es una oportunidad de romper la polaridad de hablar y escuchar para crear una totalidad rítmica.
En este artículo intentamos describir este proceso con mayor detalle. Los lectores que regularmente practican el ejercicio que es la base de esta serie de artículos encontrarán una estrecha conexión entre los actos de hablar y escuchar y los de dormirse y despertarse (véase anexo).
La comunicación empieza con la primera respiración
Existe una enorme variedad de motivos por los que conversar, desde hablar por hablar hasta debates para tomar decisiones pasando por todo lo demás. Según el tipo de comunicación, a veces hacemos más hincapié en la estructura de la conversación, a veces más en el proceso. Toda conversación se basa en dos elementos fundamentales: el habla y la escucha. Todos sabemos cómo se traduce este modelo en la tecnología, la utilizamos constantemente en nuestras vidas cotidianas. La gente siempre ha querido mandar información rápidamente a larga distancia. Los chinos utilizaban espejos, otros, señales de fuego o humo. Nuestros dispositivos modernos de hoy colman en gran medida los sueños de nuestros ancestros. Sin embargo, el desarrollo tecnológico no cambia el hecho de que el principio del diálogo se halla en el centro de toda la comunicación humana.
Incluso un recién nacido inicia un diálogo con el mundo. El bebé no solo imita, también desencadena una reacción de los otros seres humanos. Por lo tanto, los recién nacidos mantienen las primeras «conversaciones». Hoy sabemos que los niños desarrollan el lenguaje a partir del diálogo con su entorno. Primero se produce el diálogo, que conecta la escucha con el habla. Como explica Rudolf Steiner en Consejos Prácticos para Maestros:
«Fácilmente verán a partir de esto que el habla fundamentalmente se construye sobre un ritmo constante de efecto simpatía y antipatía (como el sentir). El habla también está, en primera instancia, anclada en las sensaciones». (3)
Al escuchar, el niño empatiza con el lenguaje. La comprensión es un proceso gradual porque «acompañamos el contenido de la sensación con el del conocimiento y de la imaginación». (4)
Uno de los aspectos más básicos del alma humana es la continua interacción entre simpatía y antipatía.
«Desarrollamos en nosotros el mundo de las sensaciones, que es una alternancia continua (sístola, dístola) entre simpatía y antipatía. Esta alternancia está en nosotros continuamente […]. Y aquí llegamos a la comprensión real de la vida del alma y el espíritu. Creamos la semilla de la vida del alma como un ritmo de simpatía y antipatía». (5)
Práctica holística
Como podemos ver aquí, los procesos rítmicos son la base de la adquisición de nuestra lengua materna. Otro hito del desarrollo es la forma como el bebé practica el habla. No practica los aspectos singulares como la «técnica del habla». El pequeño se sumerge en el lenguaje y aprende de actividades simples. Repite rítmicamente pequeños fragmentos y hace conexiones hasta que encuentra su propia forma de expresarse. Los niños adquieren mejor el lenguaje cuando están rodeados de personas que les escuchan con atención y que les dan muchas oportunidades de hablar y escuchar. El lenguaje y el habla cobran vida en situaciones en las que es necesaria la escucha atenta y la imitación. Escuchar a los demás y expresarnos son los elementos clave de la conversación.
El principio del ritmo y del diálogo
El principio del ritmo y el diálogo está siempre presente en el desarrollo de niño a adulto. El ritmo de la simpatía y la antipatía, que se expresa en el acto de escuchar y hablar, está presente en el niño en la interacción entre la autonomía y la satisfacción de descubrir. La relación con el mundo nace de esta interacción entre estas dos fuerzas.
Con cada paso del desarrollo cabe volver a tratar la relación entre el ser humano y las necesidades del entorno. Una y otra vez necesitamos encontrar un lugar seguro, un punto de partida desde el que explorar el mundo. En cada franja de edad la mejor manera de que esto se produzca es dedicándonos a los demás y al mundo. Cada etapa evolutiva parece basarse en esta experiencia contradictoria que se expresa ella misma de formas diferentes a cada nuevo paso. Ninguno es más importante que el otro, lo esencial es el proceso del ritmo y el diálogo. Las partes no son elementos importantes, lo que cuenta es la percepción de todo el proceso.
«Si quieres conocer a tu propio ser,
Mira el mundo de tu alrededor.
Si realmente quieres conocer el mundo,
Mira las profundidades de tu propia alma.» (6)
Este principio se halla en el habla y la escucha, en estar despierto y dormido, en pensar y percibir. La entidad, la totalidad, abarca la apariencia dual y lo eleva a una síntesis adquirida activamente como la vida, el aprendizaje, la cognición y el diálogo. La vida comprende el sueño y la vigilia; aprender comprende recordar y olvidar, la cognición comprende pensar y percibir; el diálogo comprende hablar y escuchar. La vida, el aprendizaje, la cognición y el diálogo son los puntos de referencia a partir de los que los elementos polares se funden en una interacción rítmica.
Visto así, las relaciones reales entre personas están garantizadas en esta entidad que lo engloba todo y que se debe recrear en cualquier momento a través de procesos rítmicos. Jamás podemos lograr realmente el ritmo correcto porque se crea de nuevo en cada momento. No vive en el espacio ni el tiempo; crea su propio tiempo y espacio. Es una forma de vida, de aprendizaje, de cognición, de diálogo.
Fijémonos en este proceso en relación con la comunicación.
La conversación es como un río
En su libro Speaking, Listening, Understanding 7, Heinz Zimmermann compara una conversación con el flujo de un río desde la fuente hasta el mar. La fuente suministra el contenido. Transporta la materia, el agua, a la superficie. En ese momento empieza la interacción con el entorno. El agua deja rastro en el paisaje. Además, el río fluye a una velocidad concreta con la que se acerca a su destino final: el océano.
La metáfora del río nos puede ayudar a orientarnos en una conversación: Una conversación precisa de contenido. La interacción con el entorno empieza en cuanto se expresa el contenido. La destinación final puede estar definida claramente o puede que solo emerja en el transcurso de la conversación. Con algo de práctica podemos desarrollar un sentido por la cantidad adecuada de contenido, tempo, contornos y objetivos. Podemos empezar a preguntar: ¿Tenemos demasiado de que hablar o demasiado poco? ¿Todos pueden participar en la conversación? ¿Hemos considerado todos los aspectos del tema? ¿Qué falta? ¿Hacia dónde va esta conversación? ¿Qué forma parte de este tema i qué no?
Cada río y cada conversación sigue su propio curso. Podemos marcar el rastro del río en un mapa del mismo modo que tomamos nota del curso de una conversación en un papel o en algún tipo de formato digital. A veces, cuando repasamos una conversación, puede que veamos imágenes internas que están conectadas a ella. Estas imágenes también son una especie de constatación. Cada tipo de constatación preserva los aspectos conscientes del río o de la conversación.
Ahora podemos explicarlo más detalladamente y añadir la «dimensión nocturna». Hay un rastro invisible de agua del océano hasta la fuente que no se puede percibir con nuestra «conciencia diurna» normal. Sin embargo, detectamos que debe de haber algún tipo de ciclo: desde el manantial hasta el océano y otra vez al manantial. El agua líquida se convierte en vapor de agua y luego en nubes. ¿Qué aspecto tiene la «dimensión nocturna» de la comunicación?
La práctica descrita en la primera parte de esta serie de artículos nos ayuda a investigar la «noche».
Muchas personas no se ven a sí mismas como un ser que tiene un lado diurno y un nocturno tal vez porque para describir lo que ocurre por la noche solo podemos utilizar nuestra conciencia diurna. Si presumimos que la noche tiene sus propias dinámicas y que no solo procesa los eventos del día, nos podemos preguntar qué tipo de «conversaciones» tenemos durante la noche. ¿Son solo una continuación de las conversaciones que tenemos durante el día? ¿Existen tal vez interlocutores nocturnos?
En relación a estas preguntas, las palabras de Rudolf Steiner pueden ser de gran ayuda. Permiten hacernos una idea de los eventos de la noche. Si logramos arrojar luz a la noche, podremos entender mejor el vínculo común entre día y noche.
¿Hacia dónde nos puede llevar?
En las últimas décadas, muchas instituciones Waldorf han invertido mucho en la calidad de la gestión. Así han reforzado su aspecto diurno. Sin embargo, el lado nocturno, se ha dejado un tanto de lado. En los próximos años tendremos que hacer frente a la labor de fortalecer el lado nocturno porque el «sueño es un gran estabilizador social». 8 La cuestión social es la principal cuestión de nuestro tiempo (no solo en relación con la educación). Cómo tratar los conflictos es un enorme reto contemporáneo. Por eso, lo que realmente hay que hacer es reforzar los procesos de diálogo y ritmo. Únicamente trabajando con el día y la noche entraremos en una especie de comunicación que nos permite relaciones auténticas con el prójimo.
La vida diurna es rica en comunicación. Hablar los unos con los otros es una necesidad básica de las personas. En un contexto educativo, podemos distinguir entre tres tipos de conversaciones: las conversaciones educativas con nuestros alumnos, las que mantenemos con los padres y las que mantenemos con los colegas. La noche nos ayuda en los tres tipos.
¡Anímense a abrazar la totalidad! Si lo hacen, experimentarán un proceso de despertar, de despertar de la noche. Los procesos sociales nos hacen conscientes de los demás seres humanos. Los demás se convierten en puntos de referencia. Nos dan vida y nos llevan hacia delante, hacia una nueva evolución. Las conversaciones viven de lo que construimos juntos, usted y yo, lo que vive por el día y por la noche.
«Deberíamos transformarlo todo en un Tú (un segundo Yo) solo así nos elevaremos a un Yo mayor—que es Uno y Todo a la vez».
Estas palabras son de una gran hospitalidad. Nos muestran una nueva forma de diálogo, el «diálogo hospitalario».
Traducido por Mercè Amat
Anexo
Por la mañana: revisando la noche
Dormirse y despertarse
Notas
(1) Novalis, Notes for a Romantic Encyclopaedia
(2) Rilke, R.M. (2012) Letters to a Young Poet, Merchant Books
(3) Steiner R. (2000), Practical Advice for Teachers, Lecture 2, Anthroposophic Press, Great Barrington, GA 294
(4) ibid
(5) Steiner, R. (1996) The Foundations of Human Experience. Anthroposophic Press, Great Barrington, GA 293
(6) Steiner, R. (1988) The Calender of the Soul. Steiner Books. GA 40,
(7) Zimmermann H. (1996), Speaking, Listening, Understanding. Lindisfarne Press, Hudson, N.Y.
(8) Steiner, R. (1979) The Challenge of the Times. Anthroposophic Press. GA 186