El impulso educativo de Rudolf Steiner es un intento de crear un tipo de educación exclusivamente basada en el niño, que le permite desarrollar una “autonomía amorosa”.
Los niños no son de ideas fijas. Enseguida reconocemos en ellos ese carácter propio: son abiertos para con el mundo, su experiencia es fresca, nos perdonan, aprenden increíblemente rápido, tienen una intuición y un aguante impresionantes y todo les interesa. Los adultos tenemos que reunir el coraje para no obliterar el frescor de los niños, su capacidad de apertura y su profundo interés. Debemos dejar que las “fuerzas de la infancia” permanezcan activas durante la edad adulta y la vejez. En palabras de Steiner:
Y diréis: no podemos hacer que todos los aspectos de la vida espiritual dependan de los niños. Los talentos espirituales, la capacidad espiritual y la actividad espiritual deben ir más allá de la época de la infancia y la adolescencia. En general, sin embargo, no suele ser así, por muy paradójico que suene. Porque las capacidades especiales que pudiéramos tener más allá de las habituales y que han permanecido en nosotros después de los veinte años, se basan en lo que conservamos de la infancia como talentos espirituales. He aquí lo que la investigación espiritual revela una y otra vez. Los grandes genios son precisamente aquellos que llevan consigo los poderes de la primera infancia hasta sus treinta, cuarenta y cincuenta años. Al envejecer, practican esos poderes de la infancia pero con un alma madura, una espiritualidad madura....aunque continúan siendo los poderes de la infancia. Desgraciadamente, nuestra cultura se caracteriza por exterminar al máximo estas fuerzas de la infancia mediante la crianza y la educación... (i)
Steiner habla aquí de las “fuerzas de la infancia” o de “lo que hemos conservado de la infancia como talentos espirituales...“. No se refiere a talentos basados en los genes o el entorno sino a lo que el niño se lleva, como si dijéramos, del mundo espiritual. Para Steiner, el niño no es una tabla rasa porque cada uno lleva consigo el “tesoro de la infancia”. Con eso no solamente queremos decir talentos extraordinarios sino también las idiosincracias propias del niño como por ejemplo la forma en que juega, se mueve, su imaginación particular o cómo se expresa.
La era de la prevención
Steiner nos avisa de que no debemos “exterminar” los poderes de la infancia. ¿Cuál es la situación actual? Hemos desarrollado métodos para un aprendizaje “eficaz”. Muchos programas educativos tienen como objetivo impulsar las matemáticas, la lectoescritura y las lenguas extranjeras a una edad lo más temprana posible, sin tener en cuenta la etapa de desarrollo del niño. Los niños juegan en parques infantiles tipificados que no ofrecen ningún espacio real de juego en su significado más puro. Pasan un montón de horas sentados en pupitres y se les obliga a hacer todavía más ejercicios en centros de refuerzo escolar. Los padres temen que su hijo o hija no aprobará los exámenes y “se quedará atrás”. Creen que un futuro exitoso se basa en aprobar exámenes y actúan en consecuencia.
Todo ello lleva a una retirada de las fuerzas de la infancia. Se prohíbe el aburrimiento. A los niños no se les deja soñar despiertos o jugar sin ninguna finalidad particular. Ya no se les permite intentar llevar a cabo ideas alocadas o cometer errores. Se les prohíbe actuar salvajemente, hacerse daño en las rodillas y ensuciarse. Por lo tanto, se silencian sus voces, el tesoro permanece escondido, el poder de los niños se desperdicia.
Sin embargo, si se permite al tesoro revelarse en una infancia sana y sin restricciones, su luz se hace visible...
... porque el tesoro brilla
Los tesoros nos fascinan, su magia visible nos hipnotiza. Marianne Williamson habla de ello en “Volver al amor”; Nelson Mandela la citó en su toma de posesión de 1994 en Pretoria/Tshwane.
Nuestro miedo más profundo no es no ser capaces.
Nuestro miedo más profundo es que somos enormemente poderosos.
Es nuestra luz, no es nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, atractivo, talentoso, fabuloso?
De hecho, ¿que NO eres para no serlo? Eres un niño de Dios.
Menostenerse no ayuda al mundo.
No hay nada de sabiduría en encogerse para que otros no se sientan inseguros cerca de uno.
Estamos predestinados a brillar, como hacen los niños.
Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está en nosotros.
No está sólo en algunos de nosotros, está en cada uno.
Y cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente permitimos que otros hagan lo mismo.
Al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros.
Una de las claves para entender mejor las palabras de Williamson se encuentra en la frase “Menostenerse no ayuda al mundo”. Nosotros, los adultos, minimizamos al niño si no le garantizamos el espacio que necesita para su crecimiento y su desarrollo. Y por lo tanto se subestimará cuando se haga mayor.
Una luz en nuestra sociedad
Por otra parte, resulta evidente que la luz del tesoro se hace necesaria para nuestros semejantes y para la sociedad en general. La gente radiante inspira a los demás y son capaces de vivir sus vidas de una forma nueva y creativa. Pero es que además, creo sinceramente que los jóvenes, si se les dejara vivir una infancia sana, encontrarían soluciones nuevas y sin precedentes a las dificultades de hoy. La raza humana se ha quedado estancada en muchos sentidos: el agotamiento de los combustibles fósiles o el crecimiento económico descontrolado, para nombrar sólo dos. Debemos dar una oportunidad a los jóvenes para que aporten sus ideas al mundo. La sociedad necesita un vigor fresco y nuevo pra solucionar los problemas globales acuciantes.
Sin embargo, corremos el peligro real de quedarnos estancados en el status quo. En materia educativa, podemos evitar este peligro mediante un estudio profundo del niño, porque las fuerzas de la infancia necesitan ser descubiertas una y otra vez. Normalmente son conocidas y se enumeran en libros de desarrollo infantil. Pero si queremos percibir el modo exacto en que se manifiestan en cada uno individualmente, tenemos que observar cuidadosamente a los niños y estar abiertos a esperar algo nuevo en cada uno de ellos.
Esto significa que el adulto tiene que despertar al niño que lleva dentro, mediante un cambio interior. Por ejemplo, si quiero analizar el modo de andar de otra persona, si quiero imitar esa forma de andar, tendré que olvidar mi propio modo de andar y sumergirme en los andares de la otra persona. He aquí el momento en el que se produce el cambio interior. ¡Y los niños nos muestran una extraordinaria capacidad de cambio! El aire fresco de la transformación (y los niños son transformación visible) nos inspira. Esto, junto con nuestra apertura y nuestro interés profundo por el mundo, son las bases para las tres tareas siguientes.
Las tres tareas de los educadores
La primera tarea es inspirar la confianza en niños y adolescentes para que sepan con certeza que en cada uno de ellos vive un tesoro que sólo ellos pueden descubrir. La gente a nuestro alrededor solamente colabora en el proceso, como harían las comadronas.
La segunda tarea es ayudar al desarrollo de los poderes de la imaginación. Cualquier forma de actividad artística es una manera de llevarlo a cabo. Los niños viven en gran medida de los poderes de la imaginación y los mayores tenemos la oportunidad de rejuvenecer dichas fuerzas en nosotros mismos.
Finalmente, la tercera tarea es acercar el mundo a los niños y adolescentes. Esto tiene que darse en todos los ámbitos, no solamente en el plano teórico. Steiner dijo que la enseñanza tendría que ser esencialmente la enseñanza de las habilidades para la vida. Desde el jardín de infancia hasta el bachillerato: la docencia tiene que guiar al aprendiz hacia la realidad.
Si llevamos a cabo estas tres tareas y creamos el entorno educativo adecuado para los niños y los adolescentes, les capacitaremos para desarrollar la “autonomía del amor”. Y aquí es donde se encuentra la semilla para una vida espiritual independiente.
Florian Osswald
Traducido por Montserrat Babí
i Conferencia de Rudolf Steiner del 16 de junio de 1920. Publicada en alemán en: Soziale Ideen – Soziale Wirklichkeit – Soziale Praxis. GA 337a. Edición no disponible en español.