A modo de ejemplo cabe analizar el aprendizaje de la lecto-escritura: “Si las cosas se enseñan de manera tal que sólo se apela unilateralmente al intelecto del niño y sólo se le exige una apropiación abstracta de habilidades, entonces la naturaleza volitiva y anímica languidece. En cambio si el niño aprende de modo tal que todo su ser participa de la actividad, entonces se desenvuelve en todos los aspectos. En el dibujo infantil, incluso en la pintura primitiva, el ser humano todo llega a desplegar un interés por lo que hace. A partir de las formas en las cuales se expresa el sentido artístico propio del niño, se deben desarrollar las formas de las letras” (Rudolf Steiner, “El fundamento pedagógico y las metas de la escuela Waldorf”). Efectivamente la escritura ha surgido de imágenes y signos mágicos (ver Karely Földes-Papp, “Vom Felsbild zum Alphabet”, “De los petroglifos al alfabeto”, Stuttgart 1966).
Un hacer alimentado por vivencias y un vivenciar alimentado por imágenes así como una rica formación de la memoria son las bases para la comprensión racional en los niveles superiores de la escuela. La imagen es para la vivencia, lo que es el concepto para el conocimiento. A través del contenido de cuentos de hadas, pasando por fábulas y leyendas hasta llegar a la historia y las biografías, el niño acumula un tesoro de imágenes internas, que constituye la base para las asociaciones conceptuales en etapas posteriores.
Con la prepubertad comienza a despertar el pensamiento crítico; entonces los niños necesitan estímulos adecuados para el paulatino desarrollo del propio juicio. Es la transición de un aprendizaje centrado más en la memoria, a una captación en conceptos. Esta transición fue descrita con particular elocuencia por Jean Piaget (Jean Piaget, “Teoría y métodos de la educación moderna”). Donde mejor se puede descubrir la causalidad es en la naturaleza muerta. La física se incorpora como materia nueva en el 6° año. El método de enseñanza sigue, para ello, al proceso cognoscitivo natural: el camino conduce del fenómeno empírico exactamente observable a la comprensión racional. Por ende no se pretende arribar únicamente a definiciones fijas de conceptos, sino también a una multiplicidad viva. Observación es el comienzo, conocimiento conceptual la culminación del proceso. La meta no es formar una cultura de respuestas, sino incentivar a una actitud de pregunta, que sigue manteniendo vivo el interés. En todos los niveles, se trata de establecer una relación emocional con los contenidos y de esa manera reforzar la motivación del aprendizaje.
Publicado originalmente en: Waldorf-Pädagogik weltweit
©Copyright 2001 by Freunde der Erziehungskunst Rudolf Steiners e. V.